Inicio / Cuenteros Locales / rosaroja / EL LAGO DE LAS ALMAS CELESTES[C:118215]

Gloria sentada sobre la hierba, verde palpitante, rebosante de vida primaveral...
Los cabellos rubios, revueltos por fragancias arrastradas por el viento, de pino y agua espumosa...
La frente de nácar coronada por sortijas deslumbrantes bajo los rayos del sol...
La mirada serena como un atardecer sobre las aguas verde azuladas del mar, se perdía en la lejanía del lago, contemplaba extasiada como el sol tejía ondas de oro, sobre las mansas aguas...
La paz era completa armonizanda con el suave cantar del viento entre las hojas de los árboles...
Los trinos de cristal de un pájaro de luz, posado sobre una rama cubierta de sedosas hojas rubí, mezclándose con el ir y venir de una mariposa de nieve besando las magnolias...
Gloria respiraba las verdes fragancias del agua que timidamente besaba sus pies desnudos...
De vez en cuando alguna planta acuática y fresca emergía entre las piedras con todo su esplendor, meciéndose en el columpio sereno y humedo de las aguas...
Gloria se fundía con el paisaje, sus cabellos formaban parte de los rayos de sol que se proyectaban sobre la inmensidad acuosa...
Los ojos de Gloria etaban formados por miles de gotas de agua, agua profunda y serena...
Ahora su mirada formaba parte del lago acuso de su inmensa profundidad...
Sentía hasta la más mínima esencia de cada partícula que la rodeaba. Las briznas de hierba verde se enredaban en cada uno de los poros de su piel...
Su alma cantaba con el viento entre las hojas y las peñas, introduciéndose entre las piedras húmedas, silvando una extraña melodía...luego se remontaba
hacia el espacio infinito en un vertiginoso remolino, mezclándose, confunidéndose en el todo que la envolvía...
El día amanecio lluvioso y gris, Andrés, se dispuso a iniciar su labor en la granja cercana al lago, "EL LAGO DE LAS ALMAS CELESTES". Caminaba despacio por el angosto camino tapizado de campanitas blancas y amapolas,
de repente su mirada se posó sobre algo que se encontraba bajo un árbol, algo muy cercano a las aguas, se aproximó más para comprobar de que se trataba, sus ojos pudieron contemplar la visión más hermosa jamás imaginada...
Sobre la hierba aún perlada por las gotas de rocio matutino había una hermosa joven, como una princesa de nieve, de cabellos ensortijados, en sus labios sedosos y aterciopelados se dibujaba la sonrisa más dulce jamás contemplada por un ser humano, su cuerpo desprendía una luz maravillosa, irradiando la paz más profunda por cada uno de los poros de su piel...
Sus ojos humedos se perdían en el infinito del cielo...
Andrés comprendió que la bella joven había muerto sonriendo...