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Ínmago y los Inmortales (Introducción)

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Xavier Taboada, 11 de Abril de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 820

  1. Xavier Taboada

    Xavier Taboada Poeta asiduo al portal

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    Hombre
    Dolor, sufrimiento, angustia, la noche cae y con ella el miedo se instala, en todos los caminos, en cada senda hay tristeza, incertidumbre, el terreno de batalla se asemeja al mismo infierno.

    En la tierra todo es terror, la crueldad de la guerra ha azotado a cada pueblo en su camino, y no solo eso sino que también grandes cataclismos amenazan el planeta. Los mares inundan las ciudades, los terremotos abren zanjas en el suelo , y en el cielo fuertes rayos desatan su furia.

    El velo de la noche ha caído, la maldad se ha instalado, alcanzando hasta el rincón más recóndito de la humanidad, hay horror en los campos, todo huele a muere.

    Las espadas se cruzan, se oye el chirrido del metal contra metal. Una certera estocada, un esquive oportuno, pese a ello la sangre cae mezclada con sudor. Hay fatiga, hay cansancio pero la voluntad de los Santos es firme.

    Rayos de energía brotan del suelo, la tierra se estremece con cada ataque. El escenario es un terreno desértico, las ciudades cercanas yacen en escombros. Todo es cubierto por el humo producto de grandes explosiones. El perímetro está destruido, y no es la única zona afectada, múltiples lugares en el mundo entero sufren las consecuencias de la guerra.

    Los combatientes están exhaustos pero no pueden rendirse, saben que el destino del mundo depende de ellos. La batalla continua y los santos del rey se enfrentan arduamente a las tropas del mal. El panorama es desalentador, todo parece perdido, pero súbitamente, un escuadrón "diferente" entra al campo de batalla...


    Antaño, dos mil años atrás el hombre vivió libre y coexistía en paz con las otras criaturas que lo rodeaban. Para eso había sido creado, para subyugar la tierra y para gobernar todo lo que en ella había, esto formaba parte de su propósito. Pero el ser humano interpretó mal el motivo de su existencia. No pasó mucho tiempo antes de que el corazón del hombre se corrompiera. Su jerarquía superior sobre las otras especies, lo volvió presuntuoso. Olvidó que era solo producto de una mano superior, de una esencia que iba más allá de su mortal entendimiento.

    Su orgullo segó su visón, pudrió su voluntad, degradó su alma. Lo volvió soberbio y pensó que todo lo que poseía era por mérito propio y que lo merecía por justicia. Depositó su confianza en su propia fuerza, y se pensó invencible. Esto molestó mucho a El Dios Viviente, quien reprobó el orgullo del hombre y decidió mostrarle a este cuan frágil podía llegar a ser sin su ayuda.

    Por esos tiempos míticos seres poblaban la tierra, los cuales para poder subsistir se unieron en comunidades según su especie. Pronto ellos se dieron cuenta que el poder del hombre aumentaba en gran manera y vieron en él un peligro eminente. Fue entonces cuando decidieron agruparse en alianzas con un solo objetivo en común; destruir al hombre. De esta manera se podía ver a los fénix convivir con dragones, por poner un ejemplo.

    Dios no intervino en estos acontecimientos, ni advirtió nada a los hombres, simplemente decidió observar lo que ocurría en silencio.

    El hombre orgulloso, se pensó superior a las otras especies, fue así que nunca se preparó como era debido para una guerra. No reforzó las murallas de sus palacios, ni las defensas de sus fortalezas. Sus ejércitos poseían armas viejas y obsoletas que de poco les sirvieron contra sus enemigos.

    Las tropas humanas fueron derrotadas fácilmente, quedaron a merced de sus adversarios. Fue así como la comunidad de los hombres cayó. Las demás razas los dominaron. Ahora escapan siendo cazados como animales, muchos han sido tomados prisioneros, sometidos a toda clase de humillaciones.

    En ese contexto de desesperanza y terror, surgió una nueva esperanza. Hombres excepcionales, de verdadero valor, cuya fe y voluntad los llevó a sublevarse en contra de quienes los tenían en cautiverio. Una nueva generación de santos, con un corazón diferente, cuyo poder no residía en sus fuerzas sino en la confianza que depositaban en su Dios.

    Ellos reagruparon a los pocos que aún se atrevían a revelarse, a aquellos que se negaron a renunciar a la esperanza, formando así un nuevo ejército, con la convicción firme de que podían liberar a sus compatriotas.

    Se organizaron e hicieron frente a las demás razas. Eran pocos pero cada uno equivalía a mil, ya que una fuerza superior los ayudaba, el mismo Dios Viviente peleaba junto a ellos. La comunidad de los hombres fue liberada y los enemigos escaparon dispersos, cada quien por su lado. La alianza entre ellos se rompió, y la era del hombre fue restablecida.

    Aquellos guerreros que liberaron a su especie fueron largamente recordados, y sus nombres fueron elevados al grado de héroes. Aquellos hombres que simplemente confiaron, no viendo las vicisitudes sino que creyeron que la victoria era posible, aquellos que se atrevieron a ser… Inmortales.
     
    #1

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