Interfaz

Se paraliza una imagen delante de mí, es como si perdiera vida, todo lo que allí pretendió estar vivo.

Extrañamente puedo tocar la secuencia inanimada y deslizar un movimiento violento, con la intención gótica de vitralizar cada rasgo de la senil fotografía. Acumulando toda la información, localizando la textura escabrosa y fría de las gentes expuestas sobre el cuadro viviente. Extrañamente las gotas de lluvia siguen su curso, toman la trayectoria de los acontecimientos tétricos y conviven fantásticamente ficcionándolo todo, infringiendo las disímiles leyes de la motivación creativa.

De repente una intimidada tendencia al vacío invade mis pensamientos y siento el rigor de la nada en mi propio cuerpo y resuelvo trasladarme, adelantarme unos pasos, meterme dentro de esta secuenciación maquiavélica, con la intención de perderme en sus calles grises, de fondo se escuchan los acordes godos, que provocan esa sórdida ambientación, donde me siento a gusto y me auto defino como un depredador de imágenes pausadas. Alterando mis propios espacios meditativos.

Es ahí donde se desfasan los sentidos y la conductividad apremia y ejerzo ese bilingüismo inconsciente y soez, que produce la interfaz excedente iniciada en los confines de la realidad y la excelencia de la imaginación.