Intriga

Dentro de un sueño
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Esa noche, mi ronda de vigilancia empezó a las once. Cuándo llegué al sitio sólo estaba el del turno previo que esperaba su relevo. Me dio las llaves y la linterna, y luego se marchó evidentemente cansado. Me senté en la misma silla vieja. Creo que pestañee un par de veces. Todo normal, como siempre, hasta que vi a una mujer. La pude ver acercándose a mi. Recuerdo que me dispuse a mirar mi reloj de muñeca apenas la noté; pero éste, antes de tocarlo siquiera, emitió un mensaje en tono crispa nervios: "Son las 12 en punto". En serio, fatal para mis oídos. Ya era todo muy oscuro, empezaba otro día. Esta mujer me consultó así: "Caballero, ¿sabe el nombre de esta calle?". Me tomó de sorpresa. Viendo la circunstancia, le respondí con cierto recelo: "Se llama zulema traviesa... no debería andar sola a estas horas, si me permite, señora". La mujer no me contestó. El contexto se me hacía muy parecido al de una película de suspenso. Se me vinieron a la mente un par más del género casi instantáneamente. Estaba intrigado. Pensé: "Esto lo he visto antes". La mujer bajó la mirada. Su talante era reservado; era bella, perturbante. Pasó por un área más iluminada de la calle y entonces pude notar que era de tes morena, bastante fémina en sus rasgos. No podía dejar de mirarla. Ella parecía andar con mucha parsimonia. Su andar era icónico, creo que vale la tinta recalcarlo. Delgada, de cabello lasio, hermoso cuerpo; toda una mujer. Hermosa mujer. "Vaya mujer", me dije. Esperaba que el eco del pasaje desierto no amplificara mi voz. Dejé de mirarla. Fueron talvez 8 o 10 segundos de excesiva contemplación (hasta pervertida si desean entenderlo de ese modo), luego se perdió para mis pupilas. Mi turno terminaba a las 2. No era algo para lo que no estuviera preparado, sólo que esa mujer me dejó cavilando de más. Me serví una taza de café y me la tomé de golpe. Me serví otra. El tiempo no estaba fluyendo como de costumbre. Parecía... más lento. Miraba constantemente mi reloj. Entonces creo que me quedé dormido, sólo sentí cerrar mis ojos la mitad de un segundo. Me despertó una voz familiar: "Caballero, ¿sabe el nombre de esta calle?". No pude voltear a ver quién era. Me quedé estático. Reí para calmar la angustia. La voz era femenina. Algo helado miré al ser que me evocaba la misma pregunta de hacía unos instantes: "Caballero, ¿escucho mi pregunta?" Era un varón. Juraría que la primera vez, lo oí como a una mujer. Vi mi reloj, eran las siete y media de la mañana. Un pestañeo: más de siete horas. Todo ese ritual me tardó unos 5 segundos: "Zulema... traviesa". El hombre, claramente impaciente, me insistió: "¿Está usted seguro?". Se tornaba más extraño el ambiente, pero yo ahora estaba más calmado: "Sí... sabe, en pocos momentos llegarán los trabajadores de esta empresa". El hombre me miró con una mueca desconcertante. Lo que sentí en ese momento, es inexplicable. Antes de voltear a mirar lo que había tras de mí, le hice una última apelación a este hombre: "Usted... no existe". Pestañeé. Mi corazón latía muy rápido. Todo era oscuro de nuevo. Miré mi reloj, aún no terminaba mi turno. "Fue un sueño...", pensé. Esa mujer... la mujer, me murmuraba al oído izquierdo. Me alejé de ella de golpe. Exaltado le grité: "¡No existes...!". Ella me miró extrañada. Me vio fijamente y replicó: "Si no existo explícame como puedo hacer esto...". Esa mujer me frotó los genitales con sus pies. Me miró con un rostro de vicio, pero yo la aleje. La desprecié crudamente. Estaba muy confundido. Ella me seguía sedujiendo, estaba decidida a lo que fuese. En ese momento estaba seguro de que era un sueño pero no podía despertar. Me pellizqué varias partes del cuerpo durante el forcejeo entre nuestras manos. Sobé mis ojos hasta incar mis retinas. Era demasiado, ella pudo más. Hicimos el amor. En medio de la calle enmudecida, sin vida. No sabía que demonios ocurría, sólo me deje llevar. Cuando acabó vi mi reloj. ¡Estaba detenido!. Las pilas eran nuevas, el reloj era nuevo; debía de funcionar, pero no. Ella seguía a mi lado; acostada, durmiendo como si nada. Traté de dormir, de no pensar en nada. Un dolor de cabeza muy fuerte. Cómo si mi cerebro empujara mi cráneo. Un dolor increíble. En su clímax. Pestañee. Nada. Ya no había mujer, no había dolor de cabeza, no había desconcierto. Sentado en la silla, sangrando por el oído izquierdo. La linterna en la acera. Toda mi indumentaria puesta. Mi cuerpo entumecido, pero sin dolor. Mi reloj... Recuerdo que miré mi reloj. Marcaba las dos. Me iría a casa y todo quedaría como una anécdota inexplicable. Muy en el fondo sabía que esto no había acabado. Me paré y entonces... "Son las 12 en punto". Sentí como un baldazo de agua. Un cortocircuito por mi cuerpo. Pestañee. El hombre... ese hombre. ¡El mismo hombre que me preguntó a las siete! Me tranquilizó. Lo vi unos segundos. Era él. Era él y tan rápido como se presentó se esfumó. Se fue. Todo era borroso. Sobé mis ojos. Toqué mi oreja. Sin sangre, sin nada. Toqué mi cuerpo. Solo tenía mis pantaloncillos puestos. Sobé mis ojos de nuevo. No había luz. Estaba agitadísimo. Sobre una cama. Nada era real. Grité: "¡Mierda!". Empezé con el llanto...

CONTINUARÁ... (quizá no en este foro)

 

Es muy bueno. pero no estaría mal utilizar más comas y oraciones mas grandes. Es una recomendación que me parece muy estética; porque en medio de la intriga de una frase larga y unas comas separadas por ideas entrelazadas, un punto aparte es apremiante, o a veces escalofriante. No se si me haga entender...
Pero esta muy bueno.
Felicitaciones.

 

Tienes razón. También pude haber introducido los diálogos con rayas o doble raya. Trataba de probar algo nuevo; algo de suspenso. Gracias por la crítica, siempre ayuda. Trataré de mejorar en la continuación de la historia.