Invierno en Persépolis

Invierno en Persépolis​

¡Que bueno!, nieva sobre el papel!!, cenicientos copos de alcurnias sagradas se precipitan desde los tejados de la percepción, por los aleros de mi manos, hasta las fecundas riberas de sus márgenes. Capas y capas de futuras proezas, donde todo convive en silencio, en el más profundo silencio umbilical. A punto de nacer tantas nuevas ideas, a punto de explotar tantos extraños sabores, formando mundos de eternos resplandores, mundos etéreos de tinta sobre una blanca palidez.

El día es divino, él mismo me lo dijo…….., y ya no pude dejar de enamorarme. Por la tarde, cuando el céfiro ya se empieza a violentar, y el sol, disipado, nos saluda desde las orillas de su cuna de piélago, yo lo arrullo dulcemente sobre mi regazo. Lo hamaco y balanceo lentamente sobre el lagrimal hasta que duerma, y veo, como en un desliz cuasi poético se escurre inquieto por de entre mis pestañas, y se lanza azaroso hacia el estallido de la hojarasca. Las delicias de la rebelión.

Del vacío se alimentan estos hijos míos, de la libertad de poder elegir. Descubrí que el edén en toda su divina gloria era la mismísima Tierra, pero nadie quiso creerme. Solo esta allí, anidando sobre nuestras palmas, esperando a que lo tomemos, y aunque a nadie ya le importe él seguirá siempre allí, tampoco, como ellos, lo pudo elegir.

No importa si la nieve deja la hoja y emigra, creo que de algún modo siempre emigrara hacia mi corazón, es indefectible, por suerte los demonios también mueren con el amanecer. ¿Que seria de mí sin el sol?!, ¿que seria de las tinieblas sin la orden del áureo paladín?. Tiempos de luminarias..…..., tiempos que tienen que acabar. Estoy cansado de siempre escuchar los consejos en el viento, no soy tan efímero como el. Soy más parecido al vendaval, a una gran implosión.

Somos hijos de la esgrima, del momento y el estocar.

Hoy abro los parpados
criados en un lejano lugar,
son los únicos que tengo,
como ellos, en mi rostro, tampoco lo pudieron elegir.
¿De quien serán entonces todos los recuerdos del horror??
¿Todos los sonetos del alborear??
intuyo que del porvenir….​

.este poema cuanta de lo maravilloso que es sentarse frente a un papel en blanco, sin saber que nuevo mundo uno va a abordar.