Invierno interior.-

​Cuando ya está todo el ensueño distorsionado, en su nebulosa irracional en que todo está disperso al azar, en que nada tiene sentido.Ni las palabras resultaban bastas para saciar su hambre de duda, ni para asesinar la garza que carga consigo la aguja que clava su maldición como acostumbra a dejar inmerso al existencial en el suelo de tundra, quien escarba por el glacial hacia el encuentro con sus musas.
Perdido en el invierno que guarda consigo el averno gélido que escuda con su falsa recompensa ahogando sus penas y tristezas, haciendo adversa su persona y lo que anhela, olvidando la verdad primigenia, que a través del óxido de su cáncer, deja escapar al ser interior que llama a gritos al velero de aquel muelle congelado, iluminado por aquel faro boreal predicando su norte y su aurora.
Aurora que crea su danza y orquesta, junto a las estrellas, así como la brisa acaricia el prado de flores. Un ojo escondido observa la obra, curándose de la ceguera, aprecia con más agudeza aquella belleza que impera en el horizonte, ya no es el gris que grita su tormenta, sino la lluvia que dispersa sus colores, confundiendo el azul con sus nociones de lo que es el cielo y la tierra. Curioso ímpetu, génesis de la valentía, bañan su cuerpo de vida, que junto a la invitación, de transmutar sus energías, hacia otro plano en otra vida.