Invisible y monocromática

Mujer invisible, y mujer monocromática. No te siento pero te veo con dificultad, como cuando la lluvia cae sobre mí, y miro las gotas que ruedan lentamente hacia el final de mi abrigo para liberarse como pequeñeces que volverán a desaparecer en un suelo maltratado.


Fuente de palabras inspiradoras, que fluyen como la nieve que comienza a derretirse con las primeras luces de un caluroso primer día de verano.
Mujer de la naturaleza, que al posarte desnuda entre pastos tiernos, ellos solo atinan a cubrirte para no dejarte escapar y poder ocultar la majestuosidad de tu piel serena y delicada.


Eres la flora y fauna de un mundo que puedo ver difusamente, pero no existe. Eres la esencia que cualquier pintor quisiera capturar en sus momentos de euforia y desenfreno espiritual.
Naturaleza plasmada en cada uno de tus cabellos, esos que ocultan tus pechos a la mirada de los que no merecen ver tu silueta, pues la podrían dañar con el fuego que quema sus ojos.


Lástima que eres invisible, pero monocromática. Lástima que por eso no estás a la vista de todos los ojos que soñaron con verte algún día. Que pena decir que solo eres invisible y monocromática.