1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

IRC-Historia de mi diálisis - Capítulo 10

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por RamónL, 11 de Febrero de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 513

  1. RamónL

    RamónL Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    27 de Junio de 2009
    Mensajes:
    78
    Me gusta recibidos:
    2
    Capítulo 10


    Durante todo este tiempo seguí mi vida normalmente: continuaba con mi trabajo como si nada pasara tratando de pensar en lo menos posible en mi condición.
    Yo mismo trataba de darme ánimos, queriendo o no, ignorando mi padecimiento.
    —Vamos, Ramón, échale ganas, que al cabo lo que tengo no es grave y al rato vas a ver que sólo fue un error y que estoy más sano que un caballo de carreras.
    En ciertas reuniones, familiares o con amigos, veía a varias personas departiendo, fumando y bebiendo cerveza o tequila sin ninguna preocupación y yo como el chinito: nomás “milando”.
    “Estaría bien que, en lugar de medicina, me recetaran cinco cigarros diarios y algunas copas por lo menos una vez a la semana. Ahí sí me aplicaba a seguir las indicaciones del médico, no importando lo que opinen los demás.”
    Pero la verdad era otra; aunque los medicamentos alópatas en sí no tenían sabor porque eran cápsulas o pastillas y la homeopatía no me causaba molestias, la organoterapia sí la sufría. Recuerdo muy bien que, según transcurría el tiempo, me era cada vez más difícil el levantarme por las mañanas: me sentía más pesado, más fatigado y desde el momento que destapaba el primer frasco y el olor de éste me llegaba a la nariz, me hacían querer dejar de tomarlo. El sabor me parecía cada vez más desagradable, pero recordando que lo que hacía era para mi bien y con la esperanza de evitar una cirugía, seguía con el proceso.
    Una a una las gotas iban cayendo al agua y se fundían con ella hasta terminar la primera toma, después tomaba el segundo y repetía la maniobra. Lo mismo hacía con el tercer frasco. De sólo ver la forma en como el medicamento se revolvía con el agua ya podía percibir el mal sabor en la boca, y ya no hablar del momento en que la tomaba: cada vez me daba más asco sintiendo que ya no podría hacerlo de nuevo, pero al siguiente día volvía a levantarme sintiendo más y más hastío y resignándome a tomar la siguiente dosis.
    —Dios mío —pensaba cada mañana—, ¿y ahora qué voy a hacer?
    Volteaba a ver a mi esposa y a mi hijo quienes aún dormían en sus respectivos aposentos.
    —¿Y ellos qué van a hacer? ¿Y mi hijo qué va a hacer si yo…? —Acariciaba su pequeña cabeza, dentro de su cuna, una y otra vez. En esos momentos me daba cuenta del gran silencio que se apoderaba de la recámara—. ¿…qué va a hacer si yo muero?
    Y sentía cómo una gran impotencia, angustia y desesperación crecían en mi interior.



    Un breve adiós

    En este punto me gustaría hacer un paréntesis muy breve para recordar a mi primo Santos, quien falleció por el cáncer que padecía.
    Suelo olvidar muchos sucesos que en mi vida han pasado pero creo que nunca olvidaré la noche en que me dieron la fatal noticia del deceso de mi primo. Fue una noche muy triste, muy larga.
    No me corresponde a mí hablar de ese momento así que sólo diré que Santos fue un gran hombre, un amigo en las buenas y en las malas, un hijo muy amado y, estoy seguro de que hubieras sido un gran padre amoroso con tu hija, pero eras un poco desesperado y no quisiste quedarte aquí para conocerla y fue por eso que te fuiste al cielo, a recibirla con un beso y a enviárnosla con tu bendición.
    Descansa en paz.

    [​IMG]
     
    #1

Comparte esta página