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Irene (la hora fallida).

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Dark_Fairy, 13 de Abril de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 602

  1. Dark_Fairy

    Dark_Fairy Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Ella tenía el cabello cano, recogido, un mechón se le escapaba por la frente hasta la boca, estaba rodeada de sus hijos, sus nietos y toda esa familia que formó a cuestas y a lo largo de su vida. Le gustaban los chocolates y tenía muchas cajas sin abrir de ellos, en las últimas veces ella ya no podía comer mucho ni muchas cosas, el cáncer la estaba devastando, sin embargo, parecía contenta y parecía feliz contrario a sus hijos y nietos, que lucían tristes, demacrados y sin ánimo.

    Siempre fue una mujer activa, sus hijas la recordaban como una madre llena de vitalidad y energía, la madre que uno sueña tener era ella, hacía pastelillos, galletas y en el invierno ponía unos árboles navideños estupendos, sin duda había tenido una buena vida no necesariamente lujosa pero si buena.

    No era la suegra metiche ni la bruja del cuento que todos conocemos, al contrario, los yernos siempre la consideraron una madre para ellos, así como sus nueras, era una amiga verdadera que inspiraba confianza, en general era una buena persona.

    Pero Irene guardaba un secreto que nadie sabía, ni siquiera su marido con quien estaba por encontrarse, siempre le vieron en los ojos una mota de melancolía y un recuerdo triste se hacía ávido y perenne por los días en que ella no había caído en cama ¿De quién o de qué se acordaba Irene?. Era difícil saberlo a ciencia cierta, por que ella nunca habló de eso, más que en sus recónditos sueños e imaginaciones; Sin embargo ahora ella estaba segura que quedaría libre de ese recuerdo que convirtió en magnífico.

    Pidió que salieran todos del cuarto, quería dormir y descansar, ellos obedecieron y algunos se fueron y otros se quedaron, en especial su nieto Roldán, quien se sentó en la sala callado y lloroso, sabía que quizás su abuela a quien tanto él quería, moriría estando él ahí, despejó un poco su cabeza y tomó un vaso de agua que estaba desde quien sabe que día en la mesa de centro, cerró los ojos y se quedó muy dormido.

    Irene también se quedó dormida, pero ella no despertó, la vistieron con una blusa roja y un pantalón de seda negro, la maquillaron y dejaron el cuarto tal y como estaba, no eran unos hijos aprovechados ni conflictivos, respetaron las desiciones de su madre sean cuales fueren, ella los había enseñado así.

    Su hija Clara, encontró una carta que apenas era legible, ya que Irene no tenía muchas fuerzas para escribir y menos para hablar, sólo decía...''Por fin, por fin estaré con Alfonsina''. Ahí terminaba la nota, todos se quedaron pensando en quien sería Alfonsina y si ese era el recuerdo que enturbio su corazón durante muchos años, Clara no dijo nada a nadie y entonces se acordó de Mague, la amiga de su madre, habían sido amigas y cómplices desde antes del tiempo supongo y pensó que Mague podía saber quien era Alfonsina.

    Tocó la puerta cinco veces y a la sexta salió esa mujer, un poco más canosa que Irene, un poco más arrugada y un poco más acabada pero ella por el tiempo, la abrazó y se soprendió de la muerte de su amiga, nadie le avisó, el dolor a veces hace que los humanos hagamos cosas raras, Mague revisó la nota varias veces, luego suspiró y dijo: ''Alfonsina era tu hermana mayor, Irene tuvo una hija que murió dentro de ella, sufrió mucho antes de conocer a tu abuelo y tenerlos a ustedes, el único consuelo que la mantuvo en pie, fue saber que un día estarían juntas, ahora ese día llego y ellas están reunidas al fin''. Ambas se quebraron en llanto.

    Clara junto con sus hermanos y los respectivos esposos y esposas así como sus nietos, decidieron cambiar la leyenda de la lápida, ahora decía: ''Irene y Alfonsina, por fin juntas y hasta siempre''.

    La casa de Irene no se vendió nunca, su nieto Roldán, a veces va y entra, huele la cocina para ver si alguna partícula, conserva el olor de su abuela querida, su compañera y amiga de sus días de infancia, a veces lleva flores y la casa huele a ellas...Aunque se marchitan, por eso los demás llevan más flores.

    Todos siguen unidos, todos siguen acudiendo al pantón y visitando la tumba de ella y de su padre, así como imaginando que, en las estrellas los tres, los están viendo y sintiéndose orgullosos de haber cosechado el amor que sembraron en su familia a lo largo de su vida, y lo mejor, es que han vuelto a ser jóvenes y tienen a Alfonsina a su lado.
     
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