Ironía bajo la lluvia

IRONÍA BAJO LA LLUVIA





Era una noche lluviosa.

El patrón dijo a Ramón.

- Creo que no hay más que hacer; con esta noche tan húmeda, la caldera accidentada no se podrá reparar, toma tu chal, tu gabán, tu sombrero y vete a casa, hoy no habrá más labor con esta lluvia infernal.

Con un gesto agradecido se despidió de su jefe y se enfiló hasta el lugar donde aguardaba su auto, salió bajo la lluvia. Las luces encendidas iluminaban el camino que lo guiaría al hogar donde se encuentra su amada.

Entre truenos y ventiscas pudo llegar sin demora.

Entró algo sigiloso para asombrar a la esposa, que ya estaría dormida con el frío de la noche.

Cuando llegó hasta su cuarto, miró entreabierta la puerta, se asomó y no lo creía, ella aferrada a la cama como rasgando la almohada, parecía estar sufriendo un despiadado flagelo, al no ser por los quejidos y los gritos de placer, se diría que aquel hombre maltrataba a la mujer.

No quiso romper el acto, dio media vuelta y salió, ya en la calle compungido, miró que estaba desierta, la lluvia seguía azotando como llorando por él. De pronto sintió dos lágrimas que abandonaron sus ojos, corrían hasta su boca, que de no ser por el ala del sombrero borsalino, hubiese borrado el néctar amargo de su dolor.

Se quedó mirando nada, porque la niebla era obscura, porque la noche dolía con su lluvia desmedida, con sus truenos tormentosos como el latido apurado de su corazón dolido.

Se alejó de aquel lugar donde un día vio nacer, la esperanza del amor, que hoy quebró su confianza y deseo de querer.

Se comenta por allí, que se marchó con la rubia que atendía en el café, que la pobre Josefina no se imagina por qué; si ella daría la vida, si él regresara otra vez.







Luis César González Moya

 

Excelente trabajo. Un corazón con una frialdad de pensamiento y decisión acertada. Un placer leer y dejar mis saludos cordiales.