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Isabelita (cuento)

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por dffiomme, 11 de Diciembre de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 2020

  1. dffiomme

    dffiomme Poeta asiduo al portal

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    Hay una historia muy rara, ocurrida por Galicia. Es la historia de una niña por nombre el de Isabelita, que poco a poco mató al resto de su familia, y a la que mató sus muertos, por ser la niña asesina.
    A continuación les cuento la historia de Isabelita.
    -----------------
    Hubo en Galicia una niña, con el nombre de Isabel y fue para su familia cual serpiente cascabel, embadurnada en malicia, todo lo contradecía y entre sus propios hermanos sembraba contrariedades y la maldad esparcía. No era querida en su casa, pues era mas bien temida, tan solo la comprendía, y por simple amor de madre, su madre señora Alicia.
    Ponía trampas a sus hermanos, ocurriendo que un buen día, en una empinada cuesta murió el hermano mayor, al caerse en bicicleta por un tremendo escalón que hacían dos carreteras. Y por no llevar los frenos, cortados por la tijera para podar los rosales y cortar la mala hierba, pues al no poder frenar en tan empinada cuesta, y por la velocidad al ir a coger la curva, salió de la carretera cayéndose en el vacío y topando en unas piedras donde sus catorce años se rompieron la cabeza.
    Nadie culpó a Isabelita, aunque pensaron que fuera la que cortara los frenos de aquella su bicicleta.
    No habían pasado tres meses y el hermano pequeñín, risas para la familia, se fue a caer en un pozo y, ahogado en él moriría. Se había subido a un cajón, confesó aquella niña, para coger un avión que había caído en el cubo, le falló el equilibrio y cayó dentro del pozo, allá en el fondo, en lo oscuro. Pero se olvidó decir, que fue ella quien dejara en tal sitio el avión y que animando al hermano, colocó aquel cajón por que alcanzaran sus manos; luego le quitó el cajón y su pobrecillo hermano en el pozo se cayó.
    La madre, tras de perder tan seguido a sus dos hijos, se consumió por la pena, solo lanzaba suspiros, no se encontró la manera de que dijera palabras, solo suspiros de pena.
    La niña se quedó sola, siendo en su casa la reina, y se dedicó a sus padres, haciendo de cocinera. Durante unos nueve meses, todo quedose tranquilo, pero no ocurrió lo mismo cuando se iniciaba el décimo.
    Fuerte dolor de cabeza y malestar en la tripa, fue padeciendo su padre, por culpa de la comida.
    Había en el patio una planta con unas grandes trompetas, de color como la plata, conocidas por un nombre deshonesto, la conoce todo el mundo por Trompetas del infierno, y nunca faltaba una en el caldo del puchero, que su padre se comía cayendo de golpe enfermo. Pero ella le cuidaba muy mimosa y con dulzura, y trompeta en la comida, nunca le faltó ninguna.
    Apenas duró dos meses tan cruel envenenamiento y después de esos dos meses, descansó en el cementerio. Cuando su padre murió, Isabelita lloraba lágrimas de cocodrilo, en el fondo se sentía orgullosa de su sino.
    Después de morir su padre, con su madre se volcó, pensó qué podría hacer, cómo encontrar la ocasión. Un día en la escalera que dividía las dos plantas y seguía hacía arriba, hasta alcanzar la azotea, iba su madre cargada con un barreño de ropa de haber hecho la colada, Isabel, sin miramiento, le dio tan fuerte empujón a su madre en el barreño, y con tan mala fortuna, que al caer por la escalera la pobre quedó difunta. Al no tener quien la viera, Isabelita rió con una risa posesa y esa fue su perdición, pues la oyó una vecina y por loca la tomó.
    La recogieron las mojas atada en un sanatorio y fue aquel a Isabelita su mas grande purgatorio, permaneciendo los días rodeada por los locos.
    Jamás salió del lugar, pues al hablarle al doctor le confesó que en las noches escuchaba pasos en una escalera y tras ellos una voz que le preguntaba a ella: ¿Dónde estas Isabelita, donde te encuentras escondida, estas bajo la escalera o escondida en la cocina, montando una bicicleta o es desde un pozo que gritas?. Una y otra y otra vez, aquella voz preguntaba y así pasaba las noches, hasta que en una mañana, con un cajón en los pies y las ropas chorreando, con Trompetas en las manos y colgada por un cable de freno de bicicleta, los loqueros la encontraron, y así quedaron tranquilos los muertos del camposanto.
     
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