Jardín esotérico

Uno se encuentra en el camino inefable, surcando kilómetros de eucaliptos, avanzando estrechamente por un sendero que se parece más a un hechizo que a una ruta.
La suavidad eterna del aire envuelve los pulmones y entibia los huesos, cómo estando junto a una fogata nerviosa y de calor elocuente, que enternece la noche.
La casa estaba vacía, despojada y añorando los días en que los rosales supieron brindar su humilde desnudez.
En el paisaje azul cobalto de la noche plena, el jardín despierta y enloquece, buscando un retorno o una alfombra de pasto. Nada ve.
Nada ve más que mi llegada, imprevista y como ausente.
Jamás me sentir tan bienvenida.