Joven campesino.

Como cada mañana me quedé mirando, fijamente, a los ojos de mi abuelo, esperando una respuesta a mi insistente interrogante ; muda, expresiva, silenciosos gritos que pedían el favor de acompañarle.
Él, me miró con esos ojos que con sólo una mirada lo dicen todo. Pero esta vez sentí la fragancia de su mirada--- el sí no se hizo esperar.

Leandrito-- dile a tú padre que te suba al anca de la yegua—animal noble, alta, vivaracha, de piel morena, compañera de tantos años del afán no retribuido, del trabajar sólo para estar cansado, sudado.

Papi, papi---me voy para el campo con el abuelo…por favor súbame al anca de morena.
Dame una pierna hijo, *aaasí---muy bien.

--sabes que debes portarte bien, no molestes al abuelo ni hagas travesuras--sí, papito.

Morena, la yegua, inicia el camino hacia el campo de mi abuelo y de la misma manera iniciaron mis sueños.
Con sólo ocho años, suficientes para enterder muchas cosas y *también para no ponerle atención a otras tantas, comenzamos el corto viaje hacia el fundo maravilloso que cada día con ansias esperaba .
Mis piernas colgaban con deliberado desenfado mientras me aferraba a la cintura de mi abuelo para mantenerme al galope de la mansa yegua y para también mantenerme aferrado a la fantasía de una nueva travesía .
Travesía de mi vida, de mi cercano futuro, de lo que sería mi destino a partir de ese momento, marcado por las palabras sabias, sensatas y tiernas de un viejo abnegado y trabajador que no sabía si agradecer o no a Dios su existencia llena de vacíos y ausencias, pero eso sí , repleta del amor y cariño de sus hijos y nietos .

En el camino ya le ponía las manos a los rosaditos mangos banilejos y a los jugosos cajuiles morados sembrados al lado de la cabañita de descanso. Ya me soñaba bañándome en la represita del arroyo, hecha con piedras y palos tiernos, tapizada con abrojos y hierba seca. Me imaginaba alimentando con maíz a los pollitos de la gallina de la abuela y sentado bajo la sombra de la mata de caoba comiéndome un sabroso guineo y bebiendo el agua dulce del coco.

Leandrito—eh !—me despertó de mi divino sueño con su voz en susurro pero a la vez autoritaria---me pasé varias veces las manos por la cara para atencionar a mi abuelo que con su piel curtida por el sol y la lluvia, y su cabeza encanecida por el trabajo, de nuevo me miraba con esa desconocida expresión en su semblante que denotaba la intención de decirme algo importante.
--Entonces me dijo---hijo, ya tienes edad para entender muchas cosas y lo que te voy a decir no lo debes olvidar jamás---agucé todos mis sentidos como queriendo adivinar sus pensamientos remolinados en su plateada cabeza.
---mira estas manos arrugadas como la tierra del fundo y este manto ceniciento que adorna mi cabeza es el resultado de toda mi entrega *a ésta tierra que ya no puede más, ya está cansada de ofrecer y poco recibir, está vacía como mis manos pero las tuyas estan sedientas de enseñanzas y sacrificios---más allá, sí más allá de este hermoso campo hay más tierra hambrienta que sólo necesitan el sacrificio de una manos jovenes , inquietas, de unas manos dispuestas a amasar su futuro a base de ilusión y estudio.

Todavía esas sabias palabras de mi abuelo retumban en mi mente, ahora tengo la obligación de indicarle a mis hijos el camino de esa tierra prometida, sembrandola en sus mentes.
Ya inicié esa tarea…espero tener suerte !


Leandro ( 5-12-05 )

 

LEANDRO INTERESANTE MANERA DE IMPORTANTIZAR LOS CONSEJOS DE LOS MAYORES. ME GUSTA ESTA TU IDEA.

 

...gracias chavez, esta es la primera vez que incursiono en este tipo de relatos y espero les guste a los lectores, ademas esta basado en hechos reales con un poco de imaginacion. Eres muy amable en tu comentario.ABRAZOS