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Juegos traicioneros

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Emy, 22 de Enero de 2013. Respuestas: 0 | Visitas: 648

  1. Emy

    Emy Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    11 de Agosto de 2012
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    No quería darme cuenta de la realidad. Estaba sentada en el borde de la cama, con mi móvil en las manos, y lo único en lo que podía pensar era en ella. En que, dentro de unos días, cualquier posibilidad de estar a su lado seria nula.
    Se iba, y yo no podía evitarlo. Lo único que podía hacer, era mostrarle mis sentimientos antes de que partiera. Pero… ¿Y si por esa razón la perdía? Nunca me atreví a decírselo, porque, desde el primer momento, me dejo claro que solo quería jugar y divertirse. Yo lo acepte sin reparo. Para mí también era un juego, una experiencia nueva, algo que empezó siendo inocente, pero se convirtió en un problema.
    Recuerdo aquella tarde con perfecta claridad, esa en la que me abrazo por detrás, y mientras notaba su piel cálida contra mi espalda desnuda, lo escuche. –No quiero perderte.
    Nunca supe si lo decía de verdad, tal y como yo lo sentí en aquel momento, o si solo eran simples palabras vacías por dentro.
    Lo cierto es que, no se me da nada bien interpretar mis sentimientos, y no porque no los entienda, si no porque tienen la fea costumbre, de ir al contrario que mi cabeza.
    Pensé en alejarme, y durante un tiempo lo hice. No hubo contacto, ni miradas, ni caricias… nada.
    Pero cada día que pasaba, deseaba abrazarla con más fuerza, deseaba estar entre sus brazos, pues ahí me sentía protegida, a salvo… libre. Sentimientos que hacía mucho no sentía. Sentimientos que me hacían entender que había cambiado, y que solo con sus caricias, conseguía recordar, conseguía alcanzar, lo que yo consideraba libertad.
    Pero se volvió todo en mi contra, ya no era una simple búsqueda, ya no era un juego inocente. Los coqueteos se convirtieron en miradas intensas, los abrazos, en largas muestras de afecto y las caricias, en algo parecido al cielo.
    Sí, me había enamorado, y tarde mucho tiempo en aceptarlo. Siempre me ha dado miedo ese sentimiento, siempre me dio miedo amar a alguien en cualquier contexto.
    Ahora, no hay día en el que no ronde mi cabeza, y esa sensación que algunos han adjudicado a la expresión “sentir mariposas en el estomago” vaga sin control por todo mi cuerpo.
    Ya no había solución, solo quedaba la esperanza, de que el amor, poco a poco abandonara mi cuerpo, y así, también el dolor me dejaría.
     
    #1

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