Katambar

El respirar de los tiernos otoños que abordan la inexplicable sombra de los recuerdos, componen en partes o secciones las autócratas sensaciones que, muy a menudo, suelen suceder. No solo a mí, a todo ser que ha dicho alguna vez ser algo, o alguien. También sucesos que abarcan la realidad que hoy por hoy vivimos.
Un cigarro en la mano izquierda, nos hace recordar, o me hace recordar, lo que realmente somos, o tratamos de ser. Injustamente, dicho cigarro llega muy tarde: Justamente despues del hecho.
De lo hecho a lo malhecho, de lo bueno y lo malo, del cielo, el infierno, calamidades y prosperidades, no existe un solo paso. Son hileras como peldaños de escaleras que suben y suben infinitamente. Uno nunca sabe donde van a parar, o nisiquiera si van a parar.
Asi como el retórico humo se esparce entre las esquinas del cielo, así como entre abrazos y besos, encontramos la razon de todo esto: Lo cuadrado del espíritu. No como hexágonos o parábolas, sino como aullidos de lobos feroces que en cada alarido espumoso te hacen recordar la nada.
No es fácil entender lo que se expresa, nunca ha sido fácil. La complejidad del sentimiento humano se deriva en tantas y tantas partes, que a menudo es muy fácil perderse en ellos. Encontrar tu propio tabaco es ya una complejidad. Imaginate ahora poder dirigir tu mirada, tus manos, sonrisas y bostezos, como explicar. Debe tener todo esto una exquisita combinación y sobre todo un toque delicado de sarcasmo crudo.
Deliberar entre deliberar... nada bueno. Solamente encontrar por encontrar, nada fácil. Algo práctico, ya no intentar buscar. Y si algo tocase a tu puerta? Simplemente colocar tu tabaco sobre la mesa, y dejarlo pasar.

 

Muy interesante escrito, bienvenido