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Kubi

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por mariano dupont, 28 de Octubre de 2013. Respuestas: 0 | Visitas: 381

  1. mariano dupont

    mariano dupont Poeta fiel al portal

    Se incorporó:
    12 de Junio de 2011
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    Kubi era un Homo Erectus de un lugar que todavía no era África porque África todavia en ningun mapa existia.
    Pero el no lo sabia y jamás lo sabría.
    Y tampoco sabia que para sus descendientes mas lejanos existió hace un millon y medio de años y nunca se lo imaginaría.
    El vivia su presente y el tema del tiempo no lo preocupaba y es dificil saber
    cuanto lo entendía.
    Y a su descendencia poco la concebia.
    Lo que lo intrigaba sobremanera y lo sobrecogia eran las llamas de los imponentes y misteriosos volcanes.
    Kubi era un niño al que el miedo no lo paralizaba ni lo detenia y muy por el contrario lo motivaba y aceleraba su imaginación dentro de las maximas posibilidades que los centimetros cubicos de su cerebro se lo permitian.
    Muy pocos de sus congeneres comprendian sus motivaciones y ni siquiera podian imaginar en lo que terminarian.
    Kubi observaba desde muy lejos el gran fuego que habia comenzado hacia muchos soles y no se extinguia.
    Lo miraba con el mismo terror y asombro que lo miraban todos los animales. Incluyendo a los primates de su esoecie.
    ...¡Pero con mayor curiosidad que cualquiera de ellos!...
    La visión del fuego le producia espasmos y un sentir muy hondo.
    Por algo huian seres tan poderosos como el mamut y el tigre dientes de sable.
    Tenia Kubi miedo y un respeto reverencial, pero en todo su cuerpo, en la sangre de sus venas y en el brillo de sus ojos eran mas fuertes que el miedo, su imaginación y su aguda curiosidad.
    Enfrento el homínido sus temblores con vergüenza y lo atrapó una fuerza que lo impulsaba como un fantastico sueño que jamas habia experiméntado.
    Tuvo el deseo compulsivo de dominar el fuego, asirlo, controlarlo.
    Queria ser el primero en tenerlo...¡queria el espiritu de Dios!...
    Cada vez que pensaba en el fuego se sonrojaba, sus músculos se tensaban, sus pómulos se elevaban,
    su respiración era un viento y sus ojos brillaban.
    Era una cosa inasible, llena de fuerza. Pero el se habia propuesto conquistarla.
    El joven Erectus se dispuso aprovechar la oportrunidad.
    En un momento de ensueño inexplicable levanto el niño peludo los ojos a la inmensidad...y contemplo
    las estrellas...y pensó en la Luna...
    Todo fue presente y pasado, todo fue el mismo tiempo y el mismo espacio...todo fue eternidad.
    Y en un momento irrepetible, único, corrió hacia el borde de las llamas que lo horrorizaban y con una
    piedra cóncava, exquisitamente pulida e inútilmente bella, extrajo el niño las brasas que eran el afán de su desvelo.
    Quedo el hominido toda la noche alimentando el fuego con las ramas ocres del pino, y con madera del
    álamo y del enhiesto abedul.
    El niño no se movia en su místico éxtasis y el fuego estaba domesticado.
    El clan entero estaba inmóvil y rodeaba al nuevo chamán.
    Tendria la tribu su hogar y los durisimos alimentos se podrían cocinar.
    Y al calor de las llamas podrían contarse las leyendas mas queridas, en las noches frias...y las mas audaces...
    Del tigre y del león...del lobo y de la hiena y de las manadas mas temibles...
    De los espiritus y de los dioses, de la muerte y del amor.
    Cuando apareció el Sol la historia de la humanidad había cambiado.
    Flotan en primitivos rituales de vida, de sangre y de muerte las llamas de la teas en las noches serenas.
    Solo se retiran los ancestrales brujos con el canto del pájaro...
    ...¡Llega el Sol!...

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    #1

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