La Alcoba

En la cama mullida de una alcoba enmohecida se extiende la sombra mate que proyecta un vetusto candelabro de penas infinitas.Allí cohabitan la negra muerte y la dadivosa culpa de una conciencia ya hace tiempo derrotada por la sagrada sinceridad de un instante que centellea perplejo,ante la todopoderosa mirada de la diosa Conmiseración.Ambas se aman y se odian en sublimes y salvajes ciclos de matiz espectral,dispuestas a todo menos a enjugar las negras lágrimas de un firmamento que se evapora,a medida que el funesto tiempo de cartón piedra marca las hipócritas horas abismales que engullen las esperanzas frías de una enloquecedora vida que ya ha claudicado.Entonces,en un rincón de la paupérrima habitación de los viles pecados se despierta la santa piedad,que asperga con el hisopo de agua bendita las calumnias clamorosas que no callan ni en un minuto de sagrada condescendencia.¡Oh!,horrible y sublime mascarada de nulidades inocuas...cuando al rayar el alba de un nuevo día,los cortinones de la cavernosa ventana se difuminen,consúmete en el fuego perpetuo de una miseria que no hace ostentaciones de ninguna especie:sólo se zambulle en la divisibilidad infinitesimal que ambas sabeis,muerte y culpa,que nunca morirá.