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La Amante Enlutada

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Edouard, 11 de Abril de 2017. Respuestas: 1 | Visitas: 298

  1. Edouard

    Edouard Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    15 de Marzo de 2016
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    Género:
    Hombre
    Bajo una encina, una mujer pálida y de negra vestimenta aguarda por la imagen espectral de su difunto marido. Muerto a manos de un reo salpicado por vil homicidio. Es noche. Y las plateadas estrellas del polvoriento firmamento iluminan el paraje desolador. Pasan las horas. Y la hermosa viuda, cansada ya de esperar, comienza a caminar por un camino que va a dar al cementerio salpimentado de sangre de toro. Cuando llega, observa la tumba de su hacinado objeto de tumultuosas pasiones. Quiere rezar. Mas el murmullo del viento primaveral la extasía en un abrazo de silente paz encumbrada. A lo lejos repican las campanas por algún muerto que ya deja este valle de lágrimas. La mujer, entonces, se levanta y coloca un ramo de flores que hurtó de un nicho. Para colocárselo a su doliente ídolo de amarguras. Es entonces cuando se vaporiza el espíritu infernal de quien fue hombre suyo. Y tocándola en la frente con una mano etérea le quita la santa vida. Llevándose su alma consigo a la región de nunca jamás.
     
    #1
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  2. Edouard

    Edouard Poeta adicto al portal

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    homo-adictus, tal compungida mujer - de enlutado vestido - quería a toda costa la aparición fantasmal de su difunto esposo. Hastiada estaba, en una noche donde las luciérnagas siderales iluminaban con su brillo candoroso la tierra tenebrosa, por la ausencia de su amado. Que había sido volcado por manos sanguinarias de algún asesino hacia las profundidades del ultra mundo. Decidió, mientras escuchaba el tañido pavoroso de algún herrumbroso campanario que anunciaba la inminente mortandad de algún mísero espíritu de frágil voladura, ir directa al camposanto. Donde allí colocó el robado manojo de flores de alguna pestilente cloaca con olor a muerto en el cúmulo mortuorio de su marido aún no olvidado. Y cuando ya estaba presta a abandonar el lugar, se le presentó en sulfúreo éter puro el ídolo de sus lamentaciones. Tocándola para llevarse su esencia vital a regiones innombrables y de infinito pavor siniestro. Atentamente Edouard.
     
    #2
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