La Bestia Escarlata

Recuerdo cómo ese labrador vestía su nobleza. Días de sol y cansancio, algún cigarro y alguna risa. Tendía cuerpos sobre la tierra, y de las semillas cosechaba vidas para vender a la amargura.

En su sudor caído, lo apasionante de su labor. En sus manos sucias, la dureza de su honor. Llegaba con mercancía a los jardines del centro y trataba de ganarle un día más a la vida.

Aparecía en su cabaña con una sonrisa manchada, luego de mandar al infierno almas por toneladas, mal pagadas por los reyes de la tinieblas.

Dormía únicamente para pensar en su pesada rutina, de madrugada se disponía siempre a realizarla del mejor modo posible.

Alguna vez pasó un aura a hablar con él. Le ofreció un tentador trueque; le compraría todas las tierras en punto de cosecha a cambio de una lengua aguda y cuernos filosos.

Durante horas sin decisión, las vidas tiradas crecían y se regaban de incertidumbre. Luego el jornalero aceptó, entregó el asadón y se marchó con su negociante.

En los cuadros de lodo se crean ahora seres raros, abonados con criminales polvos y regados con humillantes escupitajos. Al pasar veo en cada día un dolor nuevo, un milagro muerto.

El labrador llega a veces a pasear por el panorama que le dio su extraña riqueza. Se puede jurar que nadie lo conoce, porque en sus pies los zapatos se cambiaron por herraduras, en sus manos los dedos son garras y su piel, es ahora escarlata.

Inmortal, cambió su paz por la demencia y sus cabellos negros por un plumaje oxidado. Sin embargo, se le ve feliz comprando demonios cultivados en sus antiguas hectáreas.

 

vaya imaginación !!! me gustó esa chispa de creatividad y el lenguaje que usaste tambien mis aplausos ¡un placer leerte!