La biblioteca

La casa era amplia; un jardín con diferentes tipos de flores y plantas, también con árboles, entre ellos el eucaliptos que tanto le gustaba a mi tío le daban un toque de ambigüedad. Apenas uno ponía un pie en ella se encontraba en la cocina, a la cual llegaba por un camino de piedras. Miento si digo que tenía una sola puerta, porque había varias, algunas daban al living, otras a una habitación trasera que era usada como salón de juego, también a la sala de estar y por último a la biblioteca, donde se rumoreaba albergarse un misterioso secreto.
Los colores cálidos y libres que envolvían el living me hacían sentir suave, liviana… los ocres y verdes se mezclaban, naciendo de esa espesura de matices unos aromas a hierba fresca y tierra mojada que invadían todo el ambiente.
Me dejaba estar allí por horas, recostada en ese sofá color crema, a veces acompañada por mis pequeños primos y otras, sola.
Lo curioso era que en verano la morada conservaba el calor y era invadida por un sol que golpeaba sus tejas con una gran furia energética, pero la biblioteca estaba fría como un congelador.
En ocasiones ponía excusas para escabullirme de mi familia y acudir a esa habitación, había en ella un aire distinto, parecía que la noche se había instalado allí y no había querido retirarse jamás.
La primera vez que entré sentí algo extraño, recuerdo que el más pequeño de mis primos, estaba conmigo en ese momento, el chiquillo tan perceptivo como todos los niños de su edad me dijo que algo había en ese sitio que no era normal. Luego supuse que podría estar jugando con él la imaginación, que tan desarrollada tenía en ese entonces, por eso no puse demasiada atención al asunto.
Pasaron los días y entre el trabajo y las cotidianeidades el tema se fue diluyendo, las visitas a la casa también fueron menguando, hasta que un sábado que iba de paso, después del almuerzo tuve grandes deseos de introducirme en el cuarto misterioso. Así lo hice, me puse a revisar cada uno de sus libros, como si fueran preciosas reliquias, cada uno de ellos era para mi un tesoro. Había algunos que eran muy viejos, se notaban sus tapas gastadas, sus hojas amarillentas, pero su tinta se conservaba intacta... Aquel era realmente grande, sus bordes ajados, su interior terso y húmedo, conteniendo una obra cuya redacción me atrapó y me hundió en el más profundo sueño.
El sonido del metal chocándose me despertó o al menos eso fue lo que creí…la oscuridad se había enterrado en ese espacio, como si fuera la única cosa que vería y me acompañaría por un largo tiempo. Pensé que quizás era otra de esas sensaciones raras que frecuentemente me habían arremetido al visitar dicho cubículo.
De repente otro sonido metálico surgió como de la nada, entonces un miedo espantoso comenzó a recorrer todo mi cuerpo, presentí que ya no estaba en aquella casa de colores agradables y aromas exquisitos, pero si no estaba allí ¿Qué sitio sombrío era aquel?.
Creí estar enloqueciendo, me paré sobresaltada y comencé a caminar por todo el ambiente, era interminable, sus paredes habían cambiado, eran ahora grises, algunas casi negras con manchas impredecibles que la hacían más horrenda todavía. El techo, no alcanzaba a verlo, era tan alto que se perdía, quizás eso no fuera una azotea, realmente en ese momento ya no podía afirmar nada…
Mis pies se detuvieron, luego de andar por kilómetros, estaba cansada, agotada como nunca había estado antes, necesitaba beber algo, pero no había indicios de que hubiera agua en ese lugar… ¿Por qué en todo ese trayecto había estado callada?. Ese pensamiento surgió casi espontáneo, no podía creer que fuera tan tonta, tal vez todo eso era parte de una macabra broma de alguno de mis parientes, ya agarraría a ese pillo y lo haría pagar por todo… pero de mi boca ningún sonido salió… Lo intenté varias veces y sólo las ideas me brotaban como por arte de magia, ¡los sonidos se habían esfumado!.
Entonces salté muy fuerte, golpeando el piso y provocando una gran humareda, pero aquel ruido no alcanzó a nacer ¡habían muerto todos! ¿Dónde estaba, en que espacio, en que agujero de la dimensión me había caído?.
_¡Basta de ideas, de preguntas sin respuestas! _ Me dije enojada conmigo misma, nada de aquello podía ser real, seguramente era un sueño, una pesadilla aterradora y ya despertaría o alguien me sacudiría.
Entonces esperé, me senté en algo que podría ser una roca, pero parecía que el tiempo se había amigado con ese espeluznante sitio y de a poco el cansancio me fue ganando, me desvanecía, el sueño se adueñaba del peso de mis párpados…
Me desperté sobresaltada, la biblioteca estaba más helada que nunca…

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QUERIDA AMIGA gracias por compartir este reato tan bonito te deseo

 

Muchas gracias amiga por pasar por acá y dejar tu magnifica luz.


Un gran :::hug:::


Con mucho cariño y la magia de siempre


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Me encantó, amiga, lo leí de pe a pa en un santiamén... Buen relato.

Un besote.

 

Me alegra que te haya gustado, gracias por pasar por aquí y tomarte tu tiempo de leerme.

Un saludo bien grande, con la magia de siempre.

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Lindo cuento Mariana. Me gustó mucho. Saludos!!

 

Me alegra y complace que te haya gustado.

Saludos mágicos.



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