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La Cabaña

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Sommbras, 9 de Julio de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 575

  1. Sommbras

    Sommbras Poeta adicto al portal

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    He vuelto a la cabaña donde fuimos. Todavía queda barrito sobre el enladrillado y todo está abandonado.

    ¿También aquí? ¿Dónde estás tú, vacío que creces día a día? ¿Dónde estás tú que asomas cada cuatro días o ciertos domingos o alguna vez? ¿Qué palabras tengo para el cambio?, ¿las que llevo dentro y me acercan a ella? Yo creí que poco amor era demasiado y ahora entiendo que ese amor definitivo no fue nada, nada.

    Porque la hermosura surge de violentas discordias, levanté mi fusil hacia la estrella de la belleza y apunté. Busqué en la pared, lo busqué largamente, y encontré el oxidado clavo de hierro. Busqué en la cama y encontré la almohada donde colocó su rodilla herida. Aún estaba allí su sangre latiendo, y alrededor de la estrella, unos diminutos cometas amarillos que jugando al parchís habían muerto.

    Ardíamos en dos fuegos, uno frío y otro caliente, cuando tras asistir a la Ópera se encendía la luna. La recuerdo a ella como llevando dos rosas silvestres colocadas en sus ojos. Calamitosamente, tarareaba una canción y buscábamos un taxi. “No, no, no vuelvas a arrastrarme por los vagones del metro, no, no…” seguía ella cantando para nadie en los escaparates, en las narices de los árboles, o al camarero en el café; canturreaba colocándome cara de famosa, cuando en realidad sólo quería ser bibliotecaria, eso me decía. Fue un tiempo en que yo pretendía ser ministro de asuntos sociales, o un buen enfermero conocedor de su oficio, una verborrea inteligente pretendía tener, y también una cadena de música, todos los discos de Los Beatles y un par de ligas blancas, qué cosas.

    Era tímida, pero por la tarde cuando salíamos a pasear se colocaba una venda en la rodilla, después una faldita, salíamos juntos hacia un nuevo mundo y nunca se maquillaba “Tu amor puede esconderme del mundo”, me decía mirándome y venciéndome durante tres segundos; yo le apretaba la mano por calles sin un solo pájaro sintiendo que mis ojos eran copia de los suyos. Entrabamos a la cabaña y en la cama escuchábamos cuando se apagaban las fuentes de las ciudades, luego se dormía abrazada a mí. Los zapatos vacíos debajo de la cama, libres para marcharse.

    Recuerdo cuando me cogía la mano: ella se alejaba conmigo, regresaba a la infancia y no regresaba jamás. Ahora abro la mano y ella no ocupa ni una lenteja. Pero, aún arde un fuego junto a mi rodilla cuando recuerdo la noche que ya no la volví a ver jamás. Sonó el teléfono, salió de la cama, habló riéndose, se vistió, se maquilló a toda velocidad. Salió hacia su casa sin una palabra, se fue con su esposo, se fue con la continuidad y me dejó sin cabeza.


    ..

    .





    Chus




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    #1

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