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La carta de Mijaíl

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Littera, 5 de Abril de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 464

  1. Littera

    Littera Poeta asiduo al portal

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    Hombre
    “Querida Amalia: Te escribo ahora que mi patrón se halla ausente y dispongo apenas de unos minutos para agarrar el cálamo, pensar en tu hermosura y ordenar mis ideas. La determinación está tomada. No soporto más este ambiente, esta miseria, esta inhumana condición en que me encuentro. No soy capaz de aguantar por las noches la perspectiva de no poder escapar de esta tiranía de que soy preso, y, en consecuencia, de no poder volver a verte nunca más. Tú eres la única luz que hay en el orbe: luz a la que estos salvajes déspotas, a la que estos atrabiliosos caciques sin escrúpulos que valgan me niegan el acceso con una violencia impar.
    Recuerdo con una alegría especial las alboradas y las tardes que compartimos juntos. Jornadas de ilusión y de recreo en la flor de la suave primavera, cuando corríamos como si un león nos pisase los talones por los campos abiertos o descendíamos hasta la orilla del río, quedándonos allí sentados y murmurándonos mil amores, si no dándonos un remojón en sus aguas cristalinas para envidia de las opacas rocas circundantes. Qué mucho confesarte ahora que aquellos momentos resultaron los mejores de mi vida. Sin la lisonja y el consuelo que siempre que acudo a ellos me ofrecen, haría ya mucho que hubiese abandonado. El premio de haber disfrutado de tu sonrisa dilatándose en mis ojos, y de tu voz estallando en mis tímpanos con una dulzura que no puede describirse con palabras, es más de lo que ningún mortal podría desear. He sido tan afortunado de haberte conocido, tan venturoso de haber podido mecerme en tu pecho y haber llorado en tu cintura, que aun creo no poseer justificación alguna para dolerme de las desgracias que acontecieron después y me separaron de ti. La existencia es injusta, cruel y despiadada. Y sin embargo, qué tinte tan distinto adquiere si transcurre al calor de un ángel como tú. ¿Por qué las circunstancias y los azares tuvieron que cerrar sus garras sobre mí y privarme de tus manos, de tu tacto y de tu aroma, me pregunto? Pareciera que cuanto más felices somos, más atraemos la ira del ciego sino sobre nuestras almas.
    Por favor, perdóname. Y si nunca llegaras a tanto, a lo menos prométeme que no harás de mi fin un océano de lágrimas, que buscarás la dicha y la plenitud en los brazos de otro hombre capaz de amarte y corresponderte. Pues que bien sé que por mí sentías y sientes cuanto yo por ti, también que la aflicción te corroerá en un primer momento, como en estos me corroe a mí. Mas la superarás, y te alzarás tan esbelta, tan preciosa y tan genuina como eres. Llévame en tu corazón, y guárdame un espacio, siquiera sea leve, en la alcoba de tu memoria. Yo te estaré contemplando allí donde el último juicio me conduzca, y reiré al son de tus labios, y soñaré la magia de tus sueños, y caminaré a tu lado por las sendas que tus pies emprendan. Jamás permitas que nadie te lastime, ni que algún atrevido ose dudar de tu valía y tus cualidades. Eres la criatura más bella y perfecta que existe y existirá en esta tierra, la suma de todas las artes, de todos los bienes y de la más sugerente poesía, y quien, habiéndote tratado, pretenda esgrimir argumentos que lo desmientan no merece sino desestimación, burla y escarnio.
    Doy las gracias al cielo por poder, en la postrera lucidez de mi conciencia, dirigirte estas escasas pero francas letras. Haber respirado el mismo aire que tú respirabas, pisado las mismas hierbas que tú pisabas y cantado a la misma luna que tú cantabas es más de lo que necesito para concluir que mi paso por el mundo ha tenido un sentido y ha sido, en definidas cuentas, una bendición.
    Sinceramente tuyo, quien viéndote una mañana, mató su libertad y besó tu esclavitud.”
     
    #1

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