La carta extraviada.

Una carta sin abrir.

Perdóname, ahora no puedo ni siquiera imaginarme tu dolor. Mi partida te partió, lo sé.
Pero por favor, ábreme tu entendimiento en nombre de lo que fue, la realidad que fue, después me mutilas el cuerpo y haces de mis interiores carroña para los buitres, pero por favor...aún no.

Apiádate de mi desamor, de mi angustia por no sentir más el calor de antes, de la pérdida...de tú pérdida que me duele más que cualquier agonía. Yo no estaré más contigo, es inútil seguir fingiendo.

¿Qué si hay otro amor?...No. Nunca lo hubo, siempre fui tuya de la cabeza a los pies de los afueras a los adentros y seguiría siéndolo, pero ya no puedo más.

Eres tan digno, tan bueno, tan lleno de luz que ¡Mereces tener amor!...El mejor amor del mundo y yo....lo perdí en alguna esquina a la sazón de un veraneo, en algún bolso que me hurtaron...¡No lo sé!.

Y sin embargo, te quiero como a nadie, te respiro mejor que a mi propio aire y me quedaré sin ti, sola, como ahora lo estás deseando, hasta mis oídos llegan las maldiciones que profieres envuelto en infierno de dolores, llorando lo que nunca has llorado, lo que yo nunca lloraré, por que las lágrimas se me han terminado, ya solo resuellos se oyen en mi pecho inerte.

Perdóname, pero no fue suficiente lo suficiente y que yo me muriera por tus brazos. Caminaba a tu lado en días soleados con la sonrisa de todos los días, sonrisa que de últimas ya no era la mía.

Amnesia sea en tu mente, has trizas mi recuerdo, mi imagen y resucítame las veces necesarias para volverme a quitar la vida, para sacar de tu alma la daga que he incrustado sin querer hacerlo.

¿Qué si hay otro amor?...No, ya nunca lo habrá…

Mátame si quieres, lo que sea con tal de verte feliz. De cualquier manera desde hace mucho tiempo... estoy muerta…©