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La Carta

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Rafael Chavez, 1 de Enero de 2006. Respuestas: 2 | Visitas: 1038

  1. Rafael Chavez

    Rafael Chavez Poeta adicto al portal

    Se incorporó:
    8 de Agosto de 2005
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    Transcurría el día sin novedad, pero una que otra vez por su sendero pasaba un tardío cartero con algunas cartas retrasadas por las circunstancias de la vida.
    Se para frente a el y le dice:
    -¿Amigo, espera correspondencia?
    -No que yo sepa viejo sinvergüenza; responde…pero si tienes algo por hay déjala donde ya sabes.
    –No tengo prisa por algo que no esperaba.
    Dicho esto siguió ensimismado en sus pensamientos.
    Giro la cabeza y vio al viejo cartero con su bulto de cartas cuando se dirigía a poner la correspondencia sobre una desvencijada mesa de pino, ya casi blanca por el tiempo que había visto pasar sobre ella.
    Suspiró y prosiguió en sus ideas que revoloteaban en sus mechones blancos. Y se dijo para sus adentro un poco expresivo por la rotura de su felicidad.
    -¿Quién me mandaría a mi una carta?
    -¿Pero para que se molestaría alguien en eso?
    Con esos pensamientos y con su soledad paso una gran parte de la tarde.
    Tarde, que con el crepúsculo se había tornado en un lienzo para la inspiración y los amores. De pronto se dio cuenta de ese detalle y se dijo para si; pero en voz alta:
    -¡Pero si, puede ser! –Ella me pudo escribir alguna vez.
    Y picado por la curiosidad se levanto con sus dolores de años viejos y se dirigió a la vieja mesa, con manos temblorosas y como autómata intento tomar la carta. Se detuvo de repente y le saltaron las dudas; pensó: -¿Que me dirá ella? Se quedo parado por un segundo.
    Dio media vuelta y entre asustado y afligido, retira su mano de la carta que estaba sobre la desvencijada mesa por el paso de los años.
    Regreso a su silla y siguió meditando en la cuestión de la carta. Dejo que el tiempo pasara y también los días y en la mesa seguía la carta esperando que la abrieran.
    Ya no tenía interés por el contenido; para el, otro poeta era dueño de sus versos.
     
    #1
  2. Querido:

    Hace tantas noches de luna y instantes bohemios en los que no nos hemos comunicado.  Hoy, precisamente, este día que cumplimos décadas de silencio decidí romperlo.  Me conoces demasiado bien y sabes que son pocas mis palabras cuando se apodera de mí las lágrimas y me vencen las emociones.  Pero quiero hacerte saber que estoy enferma, hasta punto de morir, y quizás al llegarte esta carta ya no este.  Quedaron tantas cosas entre nosotros sin resolverse pero eso ya no viene al caso.  Solo me duelen los versos que se abortaron sin escribir y tiempos que se infundieron en la indiferencia.

    No ha sido nadie mas que tú el centro de mi existencia, aun que decidiste marcharte.  Éramos jóvenes lo se y había mas obstáculos y barreras de las que pensábamos poder superar, de eso no te reprocho.  Fue entonces cuando decidí no dejar que nadie más entrara a mi vida, no dejar que nadie más se adueñara de mis rimas ni que tocaran mi alma.  Se puede decir que he vivido una vida solitaria pero no es verdad. Tu recuerdo siempre ha estado conmigo.

    Ahora que ya el sol de mi vida esta por descender quiero que sepas que siempre te ame y te estuve esperando.  No se si te sea posible venir a verme aunque sea en mis últimos momentos.  Anhelo que esta carta te llegue a tiempo,  porque quiero que sea tu rostro lo ultimo que estos ojos cansados vean antes de partir.

    Sin más la que fue tú reina,
     
    #2
  3. Rafael Chavez

    Rafael Chavez Poeta adicto al portal

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    8 de Agosto de 2005
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    La idea de dejar la carta sobre la mesa trajo más que complicaciones; era como si ella le hablara.
    Parece como si le gritaba que le abriera. Cada paso que da en la vetusta habitación, todo gira hacia el centro de la vieja mesa de pino.
    Tomo una vieja silla: tan vieja como el, la coloco en uno de sus extremos y se fijo en ese sobre que ya por el paso de los días comenzaba a tomar el polvo del camino de sus amores.
    Pensó.
    -Que carajo haría ahora, si ya el tiempo se había encargado de todo.
    -¿Para que seguir mortificándose por el pasado? No, no seguiría en eso.
    Se levanto de su asiento y le dio la espalda a la vieja mesa, cuando escucho: ¡Hey! Cobarde, a donde vas.
    Dando media vuelta y a su edad miro hacia donde el creía que había escuchado la voz. Pero no había nadie.
    Se dijo para sus adentro; ¿Me estoy poniendo loco? No, no.
    Al dar otro paso una brisa fría le toco la piel y los bellos de los brazos se le erizaron. Giro en toda su figura miro el sobre y extendió la mano, tomando la carta de un tirón. Golpeo con la misma la palma de la mano y llevo hacia un extremo su contenido. Rasgo el extremo libre y extrajo un amarillo papel de la misma.
    Sus ojos se agrandaron al leer su contenido y unas viejas lágrimas rodaron por sus mejillas.
    Pensó en voz alta: -Tenia que detener aquel viejo cartero en su entrega y tomar en mis manos esta vieja carta, pienso que ya es muy tarde. Si ya es muy tarde.
    Seco las dos lágrimas que humedecieron sus mejillas y regreso a ver como el viento peinaba el viejo camino. Pero ya no tenía la preocupación de los días anteriores; no, ya sabia lo que le decía la vieja carta.
     
    #3

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