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La casa de las muñecas

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Orfelunio, 28 de Mayo de 2013. Respuestas: 0 | Visitas: 1098

  1. Orfelunio

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    La casa de las muñecas


    No contento con su trabajo, Ganamundo, se trasladó cerca del mar en busca de una mejora económica; allí conocía a un capitán retirado, muy creyente, y que, en su día, le ofreció un puesto en el barco del que era patrón que, Ganamundo, no quiso aceptar por considerarlo un favoritismo del que, él, siempre había estado en contra. Ahora, con la familiaridad que aconseja el conocer a gente religiosa y amigos en común, iba con la intención de pedir ayuda para su nueva empresa: Montar una casa de muñecas.

    El encuentro fue de lo más efusivo; recordaron viejas muñecas y hubo un instante donde las lágrimas asomaron al recordar a la muñeca del amigo, fallecida en circunstancias misteriosas, cuyo caso nunca se resolvió y del cual estaba como acusado, pero sin pruebas, mi amigo submarino. Se entusiasmó con el proyecto de tal manera que, en cuestión de meses, la casa estaba montada y preparada para recibir los trofeos de muchos años consagrados. El local no era sino una embarcación antigua y cuyo atractivo residía en la apariencia gótica, que le daba, junto con el entorno, un aspecto de ocultismo y fascinación por lo mistérico; pronto acudieron las primeras visitantes. La colección de muñecas, que yo tenía en mi propia casa, y que hubo que trasladar a su nuevo alojamiento, fue una sorpresa para mi querido socio y compañero:

    <<Maravilla de las maravillas>> ¿Esa no es de Luz?, ¿y esa, no es de Susi? ¡Y aquélla!, estoy seguro, esa es&#8230; es, es de Silvia, ¡sí, sí, de Silvia! ¿Te acuerdas de esta?, viejo zorro de mar&#8230; Quedó estupefacto&#8230; Era la de su mujer. Ganamundo, que las tenía clasificadas por masturbaciones, quitó importancia al asunto y lo llevó al final de la habitación, donde, al lado de un serrucho y en una especie de armario, le mostró a su mujer entera. -Así que fuiste tú, -inquirió el submarino capitán. -No, amigo, fuiste tú. Me equivoqué de mano. Siempre dijiste que ella era zurda y resultó ser diestra; las demás mancas campan a sus anchas, pero, ¿qué iba a hacer una muñeca sin muñecas y con una boca tan desgastada? Te presento a nuestras dos nuevas amigas. Yo quiero para mí la rubia. Sé que a ti siempre te gustaron la mulatitas y espero que esta te guste. Para comprobar su textura, probarlas, y trasladarlas junto a las demás muñecas, procedieron a hincharlas. De pronto, Ganamundo comprobó que su amigo ostentaba bajo el pantalón una fabulosa pata de palo y empuñaba un gran serrucho. -¿Por qué, amigo? &#8211;Es que quiero que seas tan capitán como yo... Cerca de la costa hay un capitán retirado que tiene una casa de muñecas y un amigo descuartizado.
     
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    Última modificación: 29 de Mayo de 2013

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