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La Casa que Cambiaba de Forma

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Rosa Reeder, 11 de Mayo de 2025 a las 9:59 PM. Respuestas: 0 | Visitas: 15

  1. Rosa Reeder

    Rosa Reeder Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Mujer
    Había una casa en un rincón donde el tiempo parecía olvidarse de pasar, y cada día era una invención nueva. No era una casa común, sino una criatura viva que respiraba y soñaba, con paredes que se estiraban y encogían según sus pensamientos. Sus ventanas eran ojos que miraban el mundo con curiosidad, y su techo, una sonrisa que se iluminaba cuando alguien le contaba sus secretos.

    Un niño llamado Mateo descubrió aquella casa en un día en que la lluvia caía en formas de serpientes de colores y los árboles bailaban sin música. Cuando entró, la casa le susurró: "Aquí todo puede cambiar". Y así, en un instante, las paredes se convirtieron en algodones suaves, y el suelo en un mar de burbujas que flotaban con risas de cristal.

    Mateo empezó a explorar esa casa mágica, y cada habitación le ofrecía una sorpresa distinta. En una, las escaleras se convertían en ríos de caramelo que lo llevaban a un mundo de nubes de algodón y estrellas de azúcar. En otra, los muebles bailaban en silencio, formando figuras que contaban historias sin palabras.

    Pero lo más sorprendente era que la casa le enseñaba que podía convertirse en lo que quisiera, solo con imaginarlo. Cuando Mateo pensó en volar, las paredes se diluyeron en plumas y le dieron alas de arcoíris. Cuando pensó en ser un gigante, los muros crecieron y lo rodearon con una fuerza cálida y protectora.

    La casa le enseñó que la verdadera magia está en nuestra mente y en nuestros sueños, que podemos convertir cualquier lugar en un paraíso si creemos en lo imposible. Y en ese instante, Mateo entendió que no era solo un niño en una casa especial, sino un creador de mundos, un mago capaz de cambiar su realidad con la fuerza de su imaginación.

    Desde entonces, la casa nunca dejó de transformarse, y Mateo nunca dejó de soñar. Porque aprendió que, en el corazón de la fantasía, siempre hay un poder infinito para hacer del mundo un lugar lleno de maravillas.


    Rosa Maria Reeder
    Derechos Reservados
     
    #1
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