La criatura catedralicia y final

estamos en la catedral de hielo, a fines de los 90:
se corta la luz y, de pronto, me abrasas y veo tus pechos
que, incandescentes, suavemente fosforescen, titilan
como lucièrnagas furiosas, girondo mediante,


giran como desorbitados ojos en blanco,
como hùmedos vaginales sexos retorcidos, espiralados
como dulces clìtoris redondos que volaran
como un par de pàjaros los 2, la luz cortada


como por un cuchillo, una cuchilla: es en la catedral, es
en ese saloncito finamente destartalado, hoy aggiornado,
donde las parejas se abrazan como garrapatas, como chicles bazooka


mascados, mascaritas, careteando un careta, un faso, un fasuli,
con ese olor verde en la noche sexual, sonriente, y todos
giran sus cabezas buscando de donde viene ese olor, ese extraño sabor


a sexo, a cercana muerte, a pequeña muerte u orgasmo u òrgano sexual o musical
o finalmente deseado, finamente destituido, exacerbado y final, lingual, labial, de labia, no de labio:
un simple nevado: asì lo llamàbamos
mientras bailàbamos
la danza de la muerte
el tango de la muerte