La dama de la pradera

TARDE EN LA PRADERA

Hay un remolino pausado de chimangos en el cielo. Los ojos violetas de la dama están girando. Ella se pone de perfil debajo del álamo.
En la siesta están de holganza el hornero y el jilguero y los caranchos buscan su festín de carne y sangre.
En el atardecer ya estoy enamorado.
Se va la luz del molino, del eucalipto, de la laguna, y de la tranquera.
La dama es un pimpollo de la pradera y yo estoy embrujado.
Se encuentran dos miradas. Grillos y suspiros. El monte verde es el cielo y el piso es de pasto verde.
Llega la penumbra con un niño soñando, y hay una dama girando en la Luna.
Una mujer...un muchacho..., el Sol y una Luna de cristal.
Ella suspira y él delira...el arroyo arrastra chispas de cielo.
...y llega el reposo del amor extenuado.
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