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La dama y el caballero

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Fran te cuenta, 3 de Junio de 2013. Respuestas: 0 | Visitas: 961

  1. Fran te cuenta

    Fran te cuenta Poeta recién llegado

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    3 de Junio de 2013
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    La copa está apunto de derramar su néctar.
    El verde lechoso resbala por el borde y ensucia la mano teñida del curioso color negro de la sangre coagulada.

    Apura el hada verde hacia su garganta, el furioso licor abraza sus entrañas y lo obliga a abrir sus ojos como platos. Observa la escena riendo nerviosamente –una más, otra más, siempre hay otras- y tantea sus bolsillos en busca de la pluma. La coge apenas pero el furor que corre en sus venas lo obliga a soltarla torpemente. Rebota en el cuerpo de la dama que yace rígida en el suelo, quedando atrapada entre sus pechos y el resto del escote de su vestido negro perlado. Vuelve a posar sus ojos sobre aquella figura mientras los recuerdos asaltan su mente –El baile, la seducción, el licor y su cuerpo siendo suavemente destrozado por el hambre- pero los desecha velozmente. Queda trabajo por hacer y los segundos siguen disolviéndose.

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    El ocaso envolvía lentamente con un manto nocturnal a la hermosa París de los artistas y las señoras cortesanas. Una bellísima dama, de ascendencia franco-española, daba los últimos toques en su vestido para la noche –la ultima- que llegaba. La puerta sonaba. –¡Madame, madame Coralie, ya es la hora, el carruaje esta fuera!- La mujer de ojos avellana ultimaba sus detalles, y en el apuro, el alfiler del broche fue a parar a su dedo, brotando una leve gota desangre. Ahogando un pequeño grito, cogió un pañuelo y limpió el asuntillo. Salió velozmente y una vez en el gran portal de la entrada contemplo el carro, –negro como el azabache,majestuosamente adornado con un contrachapado dorado en los juntes delas puertas, y los caballos, tan negros como el carro, firmes y poderosos- luego se acerco a este dubitativamente y al acercarse, la puerta del acompañante pareció abrirse sola, descubriendo así el aterciopelado interior, teñido de color vino borgoña y perfumado con todas las aromas florales que alguna vez había tenido la dicha de percibir.

    Las luces de la ciudad estaban altas e inundaban todo con una luz amarillo pardosa y bajo ella, Coralie descubrió frente a si una máscara de magnifica factura –un antifaz aterciopelado color negro, con detalles en color borgoña, coronada en su costado por una gran flor que hacia juego con los detalles-. En lo alto del asiento vio un espejo que otrora pasara por alto, así que, nerviosa, se acomodo la máscara lentamente y, para su tranquilidad, comprobó que quedaba maravillosa junto con su largo y enrulado cabello color ocre brillante.

    

    Con sus manos cruzadas en la retaguardia y la frente en alto, el Sr.Blequett veía acercarse el carro donde vendría su consorte, relamió sus labios contraídos y torció su boca en una mueca ansiosa. Su máscara era pesada, pero ocultaba perfectamente la mirada ansiosa y su rostro blanquecino, agrietado y lividezco. Era de color blanco,delineada en detalles azules y negros, cuyos detalles lucían flores y avecillas, coronada por una cascada de encaje negro y plateado que se mezclaba con sus escasos cabellos color azabache.

    Detrás de sí, el gran baile de mascaras había dado inicio y, desde dentro del magnífico salón, emergían el dulce sonido de la orquesta mezclado con la dicha de las pasiones que allí dentro se desataban.El carro se detuvo, asomo la dama su adornada cabellera por la puerta y, dubitativa, poso los ojos sobre el regio hombre que esperaba. El hombre se acerco a recibirla;
    –Amargo era el llanto de la luna mientras la esperábamos, madmoiselle- dijo el caballero, tomándola firmemente por el brazo, invitándola abajar con cuidado.
    -Es usted muy amable señor…- Mientras hablaba, entrecruzaron apenas los dedos de sus manos, pero de súbito, tenso fuertemente sus manos y hombros, mostrándose casi como una gárgola terrible y hambrienta.Tan solo duro un instante pero a la muchacha se le crisparon los vellos del brazo.
    -Blequett, madmoislle, señor Blequett- Dijo el hombre. –El palacio ha dado comienzo al baile y la orquesta suena como la gracia de un ángel, preciosa señora ¿Me acompaña?- Al terminar la frase, casi sonaba como un leve jadeo, sin embargo, la dama Coralie agradeció al caballero y entraron ambos al palacio.

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    La tinta se mezclaba con el licor derramado, el sudor hacia vacilar la pluma en la temblorosa mano del caballero. Una sonrisa curvaba sus fríos labios y hacia respingar su nariz aguileña.

    A la mañana siguiente no se escucho grito ni sollozo alguno, solo un té sin servir y una cama pulcramente ordenada.
     
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    Última modificación: 3 de Junio de 2013

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