La danza del pesimismo

–Nunca existió Dios. Personas lo han creado como hoy los modernos crean a una máquina y ellos mismos lo asesinaron, pero antes, lo torturaron al igual que el esperanzado de Jesús.
–Jamás comprenderé a la humanidad. Ni a las personas. He visto ya sus lágrimas de lava evaporarse con el polvo del ayer y del mañana.
He visto ya el agujero de sus almas; el vegetativo volcán de sus cegueras; las grietas del espíritu, sus gusanos, sus hongos; las enredaderas venenosas quemando el cuerpo; los engendros de la sarna.
Palpé el rocoso corazón de una sensibilidad agonizante. Ardía cuál hielo de nube antártica.
Pude tocar con mis manos y acariciar con mis dedos la hipotenusa de la irracionabilidad, era tan tierna y tan frágil como el Everest.
Ví el temor y el temblor, sus escalofríos ante la ausencia de la locura. El contaminado corazón de la razón sapiens.
Aplaudí el retroceso y sonreí ante las gotas de cristal con forma de paraguas. Ya no me asqueaban los vestigios de una bestia pulgosa. Decidí bañarme en el vómito.
Venganza, fue la última tierra de la cual me costó desterrarme. La horca me susurraba sus secretos.
Oh, cuántos arco iris serpentales recorrían la idea al desnudo y se le envolvían por el cuello. Sus colmillos rebalsaban de muerte y su lengua bifurcada creaba el ritmo de los tambores africanos que dotaban al silencio arenoso de la más sublime perfidia. ¡Sagrados y malditos los dioses de los cielos negros!
Colgaré una poesía en cada estrella antes de morir.
El último fin espera en la estación de los fantasmas, el tren vació nunca llega. La eternidad tenía un lado oculto.
Mientras tanto, la ausencia de la vida me enferma. No soporto la gigante hipocresía de la vasta modernidad.
–Cuando mi cuerpo se pudra y mi alma se esfume en el olvido y se pierda en el recuerdo, escribiré los más sublimes versos con sangre y con navaja en de los dioses los cuerpos.
Reinventaré al humano con Lilith.
–Tengo el diluvio en el bolsillo. Guíame, hiena de los infiernos, por el más hermoso de la perdición sendero. ¡Guíame!
–Oh, Luciferus, tu luz es tan bella y tan blanca, tan pura y tan límpida, ¿por qué las más estúpidas criaturas de dos patas tuvieron que poseer ojos tan débiles, visiones tan lánguidas? ¡Pues éstos idiotas se han quedado ya ciegos desde hace tiempo ante tanta luminicidad! ¡Bastárdicas sus morias!
–Clamemos por el exterminio. La natura no merece tanta molestia. Ni los más pobres tienen tantos piojos.
–La bondad se ahogó en el esperma, el mismo día que el amor en la sopa. Y el humano, dotado de verdes ironías y marrones sarcasmos, aprendió a vivir ahogado en la cacerola.
El nuevo pecado es la reproducción. La gran madre húmeda ha retirado sus trampas del bosque.
–Viejas y grandes montañas magníficas y rabiosas viajan y viajan desde lo lejos pero tardan demasiado en llegar. La esferica atmósfera etérea predijo junto al smoke a las más ardientes y furiosas llamas.
Insisto, ferrocarril de la última crisis lleva pequeñas eternidades de demoras. ¿Quién puede esperar tanto? Ya ni el arte sirve. Los poemas son un desperdicio.
–Discúlpeme, lo más racional e inteligente que puede realizar el ser humano es suicidarse.
–Ay, la osadía de la métrica. Siempre tan directa. Esto no es ninguna réplica.
El sueño está contaminado. Sólo veo tóxicos colores grises con gusto a polvo, tos y pulmón.
No hay nada más que hacer aquí, ya todo fue representado. Ésto no es noticia.
Si no me creen, miren... miren como se hunde en la rejilla que limita con el cordón de la vereda la esperanza forrada con diario de papel.
No hay espacio para el perdón, el consuelo y el arrepentimiento entre tantos cadáveres.
»¡Oíd y ved! ¡Los espectros han llegado! Bombos diminutos y holocáusticas melodías tiñen el éter rojo violáceo y a-aquellas nubes en fuego bailarín. De sueños rotos eran las cornetas escarlatas y de pesadillas violetas lo eran las flautas griegas con formas de angustias delirantes.
Tal vez se rompa en mil pedazos Sirius al chocar con el suelo pavimentado. Qué lástima que aquí ya nadie habrá. Me aguarda un cielo por conquistar y un averno por habitar. Y luego... luego, todo será diferente. Absolutamente Todo.
Ahora...
Escuchemos, por última vez... al menos por última vez, la danza triste del pesimismo.


[el 13 mayo 2011]

 

Nýcolas:
La estoy mirando y escuchando esa danza triste del pesimismo, si bien su equipaje es la verdad, escucho los pajaritos cantar aún... el sol brillar...
Esta línea es.. "una poesía en cada estrella antes de morir"
Gracias por compartir, abrazos y besos desde acá ♥

 

Ahora, también escucho los pajaritos, aunque estos provengan del fondo de mi corazón; y también veo el sol, cuando salgo al mundo.