La derrota del héroe

No necesito de nada. No tengo nada. Jodidas odiseas falsas me arrebataron mínimos esfuerzos, batallas en las que pude encontrar la gloria y fuentes infinitas para mi sed insaciable. No queda más que huir hacia el vacío, a lo desconocido, a aquel Valle de Reyes que distorsiona a todo ser viviente y que lo inmortaliza. Oh Dios mío, perdona a mis tropas, aquellas legiones de tanto poder que absorben el aire para impulsarse y que hierven su sudor de la furia en la batalla. Ellas no perforaron tripas adversarias por mi culpa. Castígame a mí, Dios celestial. Sólo para mí la pena es merecida. Sólo hasta que mi sombra deje de buscarme sé que he de sufrir. Después vagaré por el olor de azufre en el inframundo cargando grandes rocas tal cual esclavo sin libertad, cayendo bajo su peso y hundiéndome con ellas más abajo, hasta llegar al calor que tortura sin matar y mitigaría hasta al héroe más inmortal.