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La desicion

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por lucov, 22 de Agosto de 2016. Respuestas: 0 | Visitas: 228

  1. lucov

    lucov Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    14 de Diciembre de 2015
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    El pequeño hotel estaba cerca de la plaza principal de la ciudad en una mansión antigua, el tiempo había marcado el deterioro en las murallas, puertas y pisos. La dueña, y su hijo procuraban dar la mejor atención a los clientes. Sonó el citó fono y atendió la mujer, después de colgar le habló a su hijo

    -El pasajero que llegó en la tarde desea la comida en su habitación

    -Cuando esté preparada se la llevaré.

    Con el carrito con los platos humeantes tocó la puerta anunciándose.

    -Pase la puerta está abierta.

    -Si desea algo más le atenderemos de inmediato.

    -Gracias, estoy ordenando mi ropa, es el motivo de haber pedido la cena en la pieza.

    -En el tiempo que sea nuestro huésped estaremos a su disposición.

    -Voy a estar no sé cuántos días, hasta que reparen el barco.

    -Es Ud. Marino?

    -No he hecho otra labor en mi vida.

    El hijo de la dueña quedó mirando al vacío, recreando mentalmente lo que significaba viajar, conocer personas en distintos lenguajes, climas, costumbres. Era lo que siempre había anhelado, por los extranjeros que había atendido imaginaba sus países a través de sus relatos.

    -No he salido de la ciudad, siempre al lado de mi madre en este hotel.

    -Y desearía viajar?

    -A las playas del norte, las conozco solamente en postales.

    -Es fácil, comprar los pasajes y salir.

    -Mi madre no podría manejar este negocio, las compras, la parte legal, la atención de clientes, sería imposible.

    El marino hizo un gesto de incredulidad, no concebía un lugar estable, había vivido en tantas naves con tripulaciones distintas. Embarcarse, desembarcarse, cambiar de compañías navieras, quedar a la espera de barcos, días y días de navegación hasta llegar a puerto entregar la carga y recibir otra, siempre era igual. Contemplaba con extrañeza al hombre que vivía sin horizontes en un mundo que comenzaba al cerrar la puerta de calle y le contestó con determinación:

    -Si a Ud. Le agrada no salir está bien, de lo contrario tendría que provocar un cambio.

    Salió de la pieza sin responder, preocupado de los más pequeños detalles, viajando en las conversaciones de los clientes que venían de paseo a la ciudad, sin ver por sí mismo los lugares que sólo en su imaginación conocía, le provocaba intranquilidad.

    Los días transcurrían iguales hasta sacar una hoja del calendario o cumplir con pagos determinados, el tiempo hacía sentir su presencia en los sueños encarcelados.

    La temporada de invierno era de menor movimiento, se aprovechaba para reparar murallas o muebles para tener una mejor imagen del lugar. Al término del desayuno, sentado frente a su madre le habló con voz entrecortada.

    -Este año no vamos hacer nada.

    -Que dices, te has fijado como está la entrada, hay que barnizar las puertas y reponer algunas baldosas.

    -Nada, porque voy a viajar por no sé cuántos días.

    -Estás loco, no puedo quedar sola.

    -Si puedes, voy a las playas del norte, tengo los pasajes para hoy en la tarde.
     
    #1

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