1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

La dicha-acabada-

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por lucianoquilmes, 2 de Noviembre de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 434

  1. lucianoquilmes

    lucianoquilmes Poeta asiduo al portal

    Se incorporó:
    23 de Junio de 2010
    Mensajes:
    423
    Me gusta recibidos:
    79
    Género:
    Hombre
    1

    El

    La idea venia rondando su cabeza como cada vez, así que decidió emprender la aventura. Era lunes primero del mes.

    Se propuso la noche de escenario, entregándose de lleno a las delicias de la vida de soltero, al correteo sin barreras, al cortejo de la luna, al trajín del submundo de los bares de ginebra y psicología barata.

    No es exagerado afirmar la felicidad que fingía por su libre andar.

    Dio los toques finales a su jugada magistral, incluso pensó que era su más preciada virtud, “el revoleo eterno de la chancleta contra las normas sociales de emparentamiento”

    Así era el espectro que lograba captar mientras se veía en el espejo al afeitarse, simple y complejo, cuan adolescente en pleno fervor.

    Ya en el trabajo logro ver todo con más claridad, tomo su nueva medicación y se impaciento.

    Caía la noche, el turno terminaba, afuera se dilucidaban destellos, como bola de espejos que rotan en los techos de esos lugares tan ansiados, donde el naturalmente se movía junto a una compañera, la ginebra.

    Tomo su bolso rojo con ropa informal y se preparo.

    Salió y se encamino para el bar, despreocupado sin tensiones.

    Ingreso a la mandrágora.

    En su recorrido se detuvo frente a varios amigos que el tiempo y la ebriedad habían juntado sin motivos aparentes, los abrazo fuertemente realizando ruidos casi neandertales.

    Por fin encontró entre el humo y el olor rancio del vino barato, su lugar de consecuencias, de euforia y desinhibición.

    Ya ubicado en “su silla” logro desplomarse casi inmediatamente recitando sin equivocación un proverbio, lejos de esconder sus genuinas emociones-

    «Dad la cerveza al desfallecido, Y el vino a los de amargo ánimo: Beban, y olvídense de su necesidad, Y de su miseria no se acuerden más

    A modo imperativo pidió una ginebra, la olfateo de forma profunda y la inclino hasta verticalizarla en un ademan rápido.Bebió largamente en silencio.

    Más tarde algo extraño sucedió en su interior, comenzó por sentir un mareo que iba creciendo inexorable, las piernas entumecidas, un frio ascendente por la espina y la sensación de nauseas. Su peso corporal le era intolerable.

    Las alteraciones se entrometieron profundas en su percepción y bufo exasperado por el esfuerzo de querer incorporarse.

    Recordó que nunca en sus 41 años había tenido la mala suerte de vomitar en público.

    Cosa que tampoco le pasó en ese lunes 5 am.(ya martes madrugada)

    Sintió que era hora de marcharse ,contaba a veces con una cobardía irreparable.

    A duras penas se levantó de su silla tomo el bolso rojo y junto a oscilaciones emocionales rápidas e intensas, se dirigió con paso decidido hacia la puerta vai-ven que encabezaba el bar y salió.

    Ya en la calle, el fresco matinal no pudo despabilarlo ni un poco, después de eso todo fue más confuso. Recorrió un callejón de tapias ocres que reflejaban de algún modo la desaforada salida del sol.

    Variada la noción de su propia identidad se vio a si mismo sacando su llave, luego con una mujer, mas allá de el áureo y renegrido placar, alguien lo desvestía suavemente, se vio desnudo y haciendo el amor, exhausto y nauseoso y luego nada, la oscuridad.

    Eran las 10 am y empezó a escuchar ruidos, algo perturbaba la paz y lograba colarse dentro de lo onírico para torturarlo.

    De pronto se despertó y al abrir un ojo lento por la fuerza del sol sobre la mirada ,diviso una suerte de humareda en el horizonte dos figuras pequeñas que se volvían nítidas, se encontró a dos niños pequeños irrumpiendo en su habitación , volvió a cerrarlo y de golpe luego de frotarse los parpados abrió los dos.

    Aguzo el oído, estaban allí, al grito de una rapsodia de voces infantiles, desecho y malhumorado logro echarlos pateándolos , evitando los besos y abrazos que los pequeños le propinaban abiertamente, limitándose a despachar con habilidad lo que tenía frente a sí.

    Cerró la puerta y trato con todas sus fuerzas centrarse. Allí fue cuando escucho un sonido lejano. Una voz femenina que lo invitaba a desayunar.

    Sintió locura y desvarío en un micro segundo. Respiro hondo, tomo valor saliendo de su pieza ,ingreso a la cocina en donde los niños ya sentados lo esperaban junto a la mujer que llamaban mama.

    En un arranque de furia omitiendo el dialogo empujo a la mujer y a los niños afuera de su casa, los arrastro por la fuerza hasta las salida, los niños asustados lloraban, la mujer no podía salir de un estado de asombro y shock.

    No hubo ni una palabra más. Ni un sonido. No dejaría ser embaucado por impostores, pero nunca volvería a ser el mismo.

    Los días pasaron de forma normal, la rutina del trabajo y demás obligaciones no le permitieron pensar en lo sucedido, prefirió olvidar, solo en un momento reflexiono seriamente y concluyo en una intrusión de un mundo fantástico, una suerte de pesadilla.

    Ya llegado el día sábado algo lo impaciento, durante la mañana prorrumpió en un débil sollozo rememorando, se sintió débil, sensible, inclusive se desconoció.

    Logro dilucidar el impacto que había causado esa mínima convivencia, el olor agradable y desconocido de una familia, sintió el contagio que producen las cosas comunes y temió , como nunca antes .

    Se propuso el mismo escenario, con la intención de recuperar el día aquel, donde su universo podía compartirse.

    Su cerebro se halló ante el dilema de borrar la zona visual dañada por la furia del momento o empezar a rellenarla de forma impredecible, en ese instante exacto, quiso a los niños, los moldeo con los ojos cerrados, amo a esa mujer con la fuerza absurda de los enamorados aun con recuerdos limitados y menguantes. Protagonizo un ardor profundo en su panza y pecho. Estaba totalmente enamorado.

    Se dispuso a repetir todo lo realizado el lunes anterior sin perder detalle, quería recuperar aquel regalo que por tremenda ignorancia había rechazado, se odio a si mismo por eso, blasfemo descreyendo la fe de sus padres y rezo como nunca antes.

    Ya lunes se dirigió al trabajo , termino su turno impaciente y planeo su noche tal cual lo había hecho anteriormente , ingreso al bar y bebió su ginebra hasta que comenzó a sentir náuseas y su cuerpo desvanecer por el propio accionar de la gravedad.

    Recorrió las calles hasta su departamento casi instintivamente, se percibió enfermizo, tambaleante.

    Al llegar, Sintió besos , alguien lo desnudaba, se dejó atrapar por el placer de una mujer y cayó en el más profundo de los sueños.

    Asomándose el sol sobre los techos roídos, escucho sonidos que lo exaltaron quebrando sus sueños desde lo más profundo, abrió un ojo a duras penas y solo encontró una luz enceguecedora que lo obligo a retroceder la acción, se desperezo ampliamente y con la fuerza de las suplicas mas un rápido frotado de ojos abrió ambos, allí encontró lo que buscaba, lo que anhelaba desde sus entrañas, los niños jugaban en su cuarto. Su corazón se aceleró juvenilmente, hizo silencio. Y al grito de- mi amor a levantarse -

    Sonrió tanto, que descubrió la dicha.



    2


    Ella y sus dos hijos




    Temprano por la mañana, después de una de las tantas pésimas noches de desvelo, en donde ella siempre o casi siempre , sufría el absurdo abuso de la soledad sobre el corazón, recibió la noticia esperada, sin tiempo para ultimátum.

    Un desalojo inminente y precipitado era su primer preocupación cada amanecer, cosa que se concretó aquella mañana del lunes primero del mes.

    Claro estaba que 6 meses de retraso en el alquiler, cumplirían tarde o temprano la sentencia esperada.

    Fue así que tomo sus pertenencias, explicándole a sus hijos lo fuertes que debían ser y los lleno de esperanzas de cambio y prosperidad. (Aunque sintió que era una mentira piadosa).

    Pero no fue todo aquello lo que más la llenaba de terror ni siquiera lo que le quitaba el sueño.

    La soledad condicionaba su razón de ser.

    Su alegría que poco se hallaba, siempre era destino al aliento maternal (solo para eso alcanzaba).

    La soledad transfigurada y magnificada por sus experiencias de abandono , desengaño y viudez, solía acecharla sin misericordia.

    Ya en la calle se dirigió sin rumbo junto a sus dos hijos en busca de un refugio para pasar la noche.

    No tardo en encontrar lo que simulaba un pequeño cubículo, que frontalizaba un edificio de dimensiones medianas y en el que el movimiento humano era tan escaso que permitía un páramo nocturno agradable para ella y sus hijos.

    Todo montaba en su nostálgico pensamiento un acto ilusorio de pertenencia a ese ambiente de cubículo, de gente, pero según ella, carecían de su mala fortuna.

    Ya introducida la noche, un ruido la exhorto antes de la madrugada, pero siguió abrazando a sus pequeños sin realizar el mínimo gesto de acción, temiendo ser removida de aquel espacio.

    En la salida temprana del sol estival, luego de otra de las tantas noches sin poder dormir, pudo divisar a lo lejos un hombre de ropa informal que con paso imposible de descripción llevando un bolso rojo en la mano, se acercaba hacia la ella.Eran las 5 am aproximadamente.

    De pronto sintió algún tipo de certidumbre.

    El hombre ya en el arco de la puerta del cuadrado balbuceo unas palabras con aliento fuerte a ginebra mientras blandía sus llaves, ella se reincorporo para poder entender de qué se trataba, intrigada y posesa.

    Cruzaron la mirada, parpadearon en simultaneo y ella experimento una sensación avasallante, vio la misma tristeza, observo la desesperanza, la soledad, se reflejó entera en sus ojos oscuros cayendo inmediatamente en el dolor agudo del enamoramiento .No había elementos para la menor hipótesis ni razonamientos.

    Lo endioso instantáneamente afable y magnánimo.

    El hombre que en un estado de embriaguez profundo tras su gira nocturna en la mandragora, supo ser claro en ese preciso instante

    Dijo, refiriéndose a ella – tu hermosura es una copa que nunca dejaría de tomar, he visto en tus ojos a mi más preciado temor, el amor – luego el silencio, que fue tanto que pareció un grito.

    Y continuo – no podría vivir ni un segundo más sin tu mirada, ven conmigo y trae a tus pequeños que los sentiré como míos mientras te amare como a la familia que nunca seremos-

    Ella creyó desfallecer con aquella declaración de sentimientos, de locura, de derrota contra la soledad y se entregó al amor en un exquisito acto de valentía, floto en las alas hermosas del cupido , pero no realizo ni un solo movimiento, ni una sola palabra salió de su boca, sostuvo la respiración, tensionando cada musculo de su cuerpo y mientras el entraba a duras penas al hall en un desparpajo de locomoción incoordinada, ella lloro desconsoladamente, lloro contra la soledad, contra la mala fortuna y el cansancio infinito, (parecían suscitarse unas a otras).

    Por un segundo cerro los ojos húmedos de sal y adrenalina, imagino una vida con ese ser benévolo, supo que alguien compartía su miseria, la ruindad del mundo y abrazando a sus hijos tiernamente, lo atesoro en su corazón, así como a las cosas más bellas.

    Nunca más volvió a verlo, pero se aferró a el cada noche al conciliar por fin el sueño, y sintió la dicha cada vez.
     
    #1

Comparte esta página