La discordia

Estaban tan en desacuerdo siempre, era todo un acto complejo tratar de entender esta pareja, tantos años juntos de forma dispareja y sin la más mínima de las coincidencias, era desconcertante, fui testigo de esto siempre inoportunamente.

Cada uno exponía su punto de vista en forma constante y bajo situación que se suscitara, parecía que cualquier tópico ameritaba una amplia exposición de teorías y practicas basadas en la nada, de las cuales en ningún punto se ponían de acuerdo y jamás llegaban a algo.

Mariela – Si la basura queda una semana adentro y el olor nos inunda hasta el sentido de la audición, voy a sacarla ,¡es obvio¡

Teodoro- ¡yo tampoco¡

Ya ni hablaban de la misma cosa, muchas veces se transformaban en charlas paralelas, como si se tratara de dos personas en mundos antónimos.

Mariela- No puedo creer la gente mala onda que abunda en el trabajo, no hacen más que quejarse, la verdad es que son inbancables, estoy pensando muy seriamente en renunciar.

Teodoro-¡Es lo que siempre digo mujer! ,es mejor darse por muerto y que los impuestos los pague magolla.

La situación de desequilibrio ideológico practico se tornaba cada vez más grave y el tiempo transcurría, sobre todo al llegar el primer hijo, ¡pobre Osvaldito Germancito! , concebido bajo una tremenda contradicción que termino en sexo apasionado , aunque fue acto de uno ya que el otro pretendía ver la televisión y así lo hizo.

Resultado, un varón, que al crecer pudo aceptar con leve entusiasmo que cada uno de sus padres lo llame con diferente nombre, se creía afortunado en el fondo, ya que al fin y al cabo eran dos nombres de hombre, una estupenda coincidencia que no admitió discusión, se ve que ambos querían un nene y nunca lo habían mencionado.

La economía era uno de los casos más complicados, se tornaba imposible, dos changuitos de compras eran un disparate , pero era una forma astuta de evitar confrontaciones, un día discutiendo se pusieron de acuerdo en eso , en pleno cumpleaños de Osvaldito Germancito o al revés , la gente comenzó a retirarse sin más, pero parecía no importarles.

Mariela –basta de discusiones Teodoro, me tenes podrida, ¡esto tiene que parar¡

Teodoro- aaaaaiiigggg , se apagó el calefón y queda poca agua , quede todo enjabonado , ¡la san flauta!

Germancito Osvaldito decidió por su bienestar mental irse de la casa en edad temprana, con tal de evitar un segundo más de desacuerdo ejecutado verbalizado.

Mariela sintió algo que había escuchado en la radio “el nido vacío”, Teodoro, no supo que sentir, pero nada parecido al nido vacío que escucho de Mariela.

Los años pasaron inconformes y enfrentados a contraviento.

Ya viejos, sin tanta fuerza ni vigor, un día, se miraron a los ojos, (sin querer por supuesto), fue allí donde se encontraron de sorpresa y automáticamente comenzaron a reír con desmesura, a largar carcajadas estrepitosas , se retorcían en sus sillas, ese acto increíble , era la primer cosa que realmente compartieron después de tantos y tantos años de distrato.

Y sin decir palabra alguna, tomados de la mano como nunca,

Mariela pensó –¡ que arrugado y feo que es cuando se ríe!

Teodoro pensó- ¡Que linda que es Marilyn Monroe!.

 

Un encanto, para reflexionar. Mis saludos

 

Hola ludmila , gracias por tus palabras

 

Leerlo es divertido pero vivirlo seguro es complicado, muy buena historia...
Un placer leerte