La esencia de la tinta

Es una isla en extremo notable. Su suelo está constituido por arena y piedras. Esta separada por un arroyo apenas visible, que se filtra entre cañas y arbustos. Es temido como un lugar maldecido, resulta enigmático. En las noches, lo único audible viene a ser la leve corriente de agua caer.​

Los árboles de esta son de dimensiones pequeñas. Hacia la extremidad occidental, se alza el fuerte de Moultrie adornado de largas enredaderas. La vegetación que lo rodea es, pese la demás, alta y tupida; tratando de esconderle. Lo cierto es que inspira respeto, por los trabajadores; valientes y bien pagados, que se aventuraron a construirlo.Y la estructura es única. Es tan alto que la punta se encuentra entre las nubes, sus pisos se ven distorsionados; tambaleándose para caer en cualquier momento sobre el observador.​

Por dentro, la fortaleza muestra un lado más amable; el jardín. Millones de arbustos de hojas verde oscuro, brillantes y lisas sostienen flores blancas, similares a las rosas que poseen un dulce e intenso aroma. ​

El viento con ráfagas frescas y fuertes, la mayor parte del año, perfuma las cercanías. En los adentros de la fortaleza palpita la presencia de Marie Roget. ​

Arriba, entre las ramas, cantan pajarillos de colores amarillentos. Al sentir caer el sol, dejan de cantar su son solemne para refugiarse en otro lugar. Ensordeciendo el lugar con silencio. ​

El ambiente en su perfume, acurrucado por el rítmico palpitar, se envuelve en un aire denso. ​

Una hoja es posada en la portada del libro, polvoriento más en buen estado, que con otra ráfaga es abierto de par en par. Desbordan alegría y soledad, mostrando la transparencia de sus palabras inscritas desde las entrañas del ser. Con las horas un grisáceo polvo fino mancha la inocencia de las flores, volando vehemente llegando al arroyo.​

El libro se consumió, la mañana soleada despidió a Marie Roget.​

 

Un placer leer esta esencia.un abrazo