La Espera Desespera

Era,
al menos eso decía,
que padecía cada vez que era.
Cuando existía no era un sufrir,
de hecho lo podía manejar mejor, que morir,
pero no había distancia en lo que dije,
siempre te escuché, siempre lo dije.

Si no fuera por las ventanas cerradas y los cerrojos cerrados,
no habría motivos de pena, ni suspiros de lana,
ni nada,
ni la vana curiosidad de tanta patraña malsana!

Bueno, los ojos podría cerrarlos,
como acantilados certeros,
como cielos secretos,
como dientes arteros,
como días sinceros,
como nubes y esteros,
como lunas,
y vertederos.

Bueno, eso ya no importa,
es un quintal de preguntas,
medidas dispares,
similares,
pero no son ni kilos ni onzas,
parecen verdaderas peonzas.

La verdad es esa,
ninguna mujer está presa,
si es la presa de otra presa,
y la vida la mueve y la remece como si estuviera tiesa,
pieza de una pieza.

Por eso ya los días se presentan,
se confunden y se esfuman,
se disipan y convierten,
disienten,
y al final, consienten.

 

Los dias siguen pasando y millones de preguntas quedan con respuestas a medias, al final ya nada importa.
Buen escrito.
abrazos.

 

Merci, Lune Soleil.