La Fatal Transfiguración

Al rayar el alba,el gallo negro no canta.En el corral sombreado por una parra de vivaces uvas vinícolas se resguarda de las primeras saetas del dorado sol.Y cacareando como un obseso comienza a picar a las gallinas ponedoras hasta enloquecerlas.Entonces,el dueño del gallinero lo saca fuera;y para su sorpresa ,observa cómo el animal se va transfigurando en un cabrón de esmaltado ébano como la muerte.El sol se apaga y una masa infinita de nubes cubre el firmamento.Se santigua nuestro inocente patrono...viendo que en una segunda transfiguración adopta la imagen de un hombre vestido de luto y con una cornamenta bestial en su demoníaca testa.Ya ha sorprendido la noche a la sacra naturaleza y esa terrible teofanía hace germinar en la fantasía impresionable de nuestro devoto aldeano deseos carnales y criminales que quieren ahogar a las virtudes morales que fecundó inocente el santo cura de la feligresía.Lleno de congoja y horror arranca de su pecho un plateado crucifijo que portaba en cadena áurea a su robusto cuello.La muestra a la fantásmagórica y penetrante imagen fatal del demonio,pero es en vano.Es Satanás mismo quien se acerca hacia el;y hundiéndole una zarpa siniestra en el ojo izquierdo se lo deja ciego.El mortal suelta un grito desgarrador en la densa noche;y el eco de un fúnebre silabeo se introduce en el cerebro ahora insano de la víctima que ante Dios mueve a conmiseración.Pero el Altísimo no lo va a socorrer,no:con su providencial ojo que todo lo ve,disfruta de la desdicha con la que el plutoniano engendro del mal va carcomiendo el alma ahora en manos de las infernales tinieblas que no se disiparán hasta que un ángel inmaculado baje raudo a prestarle ayuda.Pero es en vano,la suerte está echada.El espíritu del hombre se va consumiendo en el voraz fuego de la terrible insurrección.