La felicidad del año nuevo.

Se abren los capullos con el sol con sus pétalos llenos de colores, saludando a la aurora con amor pues viene cargada de arreboles…

La brisa contenta danza al crepúsculo de lejos, con el tronar de nubarrones, en algarabía por tan bello despertar, contagiados por los ruidos de la pólvora y su destello de colores…

El añil del alma endilga una esperanza, llegar ilesos al final de cada año, para volver esta fiesta a celebrar y ¡seguir disfrutando de la dicha del horizonte y sus colores a rabiar..!

La tierra buena niña comienza un giro más, los hilos de la nueve en el norte están en su esplendor y en el sur el bello verano hace sentir su diapasón y en el medio los seres de la greda se adaptan a enamorarse bajo el sol, en comparsas de cariño, cacerías y añagazas, que hacen del existir una pasión que enerva del delirio, pues cada especie cumple ardorosa su función…

Contentas la abejas, las hormigas y en su escala, todos los “animales” de tajante palpitar, jubilosos cual más con este radiante amanecer de un día más, un año más…

Pues un solo ser es el que los pone en peligro a todos, a la tierra a los cielos , los espacios y los mares, que anda como almeja de bordes acerados, cortándose a sí mismo y todo lo que mansamente se atraviesa…

Ah que bueno que la pólvora, los vientos, los sonidos del agua y los rumores de los vientos, se llevaran tan mala hierba del cáliz planeta, para que reine la armonía en todo el orbe y la épica alegría recorriera el cosmos con sus alas de bondad…

Empero,

¡feliz año para todos!.