La Iglesia

¿Quién inauguró la hora blanca?.
Hoy pienso en una vieja pagoda, sin sentir el eco
ni la piel ni el éxtasis.

Sonríe la tarde con voz de almendra,
en el ojo del dinosaurio late algo igual a un esqueleto,
son los siglos sin collar,
el perfil del árbol o su cordura.

Ya no sueño con cuerpos horizontales,
con leyendas sin curva ni espada,
rodeo la magnitud de los ciegos, el oro,
cualquier emblema, la virtud yerta,
su impronunciable estertor,
su caléndula de enigmas.

Paseo entre el crepúsculo de los rizos,
junto a la estela occipital y su ceniza de piedra
(os diré de su lomo nacarado
y el horror de los labios, dormidos en escalón,
en fuentes, bajo los ruiseñores de Alfonso X,
aún amanecidos).

Me puede el símbolo y la oración roja,
bajamos hacia campanas negras donde las sirenas gritan.
¿No escuchas la caída de un oráculo?
En sus bolsillos de marfil ruge la noche.

 

Me imagino verlo, mi estimado Penabad, dentro de una de esas inmensas iglesias de la edad media,
que aún se conservan, pintando en su mente con sus pinceles llenos de palabras... rebuscando dentro de la
misma historia... el ir y venir, de la magia, de estos sagrados claustros de contrición... desde donde brota su
verdadera historia... Y si supieran, nuestros lectores que hay tanto para interpretar... Excelente escrito compañero.
Cordialmente:

 

Gracias, Maramín, por leer y comentar. Un abrazo.

 

Gracias, Iván, por la lectura y el comentario que dejas. Un abrazo.

 

Gracias, bristy,por la lectura y el amable comentario. Un abrazo.

 

Maravilloso leer su mirar poético lleno de metáforas, detenerse en esa tarde que sonríe con su voz de almendra y meterse en ese transitar de hermosas sorpresas.
Me ha encantado.
Un abrazo grande va

 

Gracias por la visita y el amable comentario. Un abrazo.

 

Un gran poema, bellas imágenes pintan tus versos amigo penabad.
Un placer leerte.
Un abrazo fraterno poeta.

 

Muy original juzgue mal pensando que leería algo de la iglesia, grato leerte