La Ingenua Hembra

Con trenzas de oro desnudo la bella y tierna damisela proclama a los cuatro vientos de un atardecer de estío su amor incondicional al Señor de los Abismos.Pues Éste le besa cada noche que cae como un pájaro desplumado sus labios de florido lirio inmaculado.Entonces,la mujer entra en un fogoso arrobamiento extático que la encumbra hacia la majestad de un mundo donde los tesoros y placeres babilónicos se presentan bajo la forma de un corazón pletórico y henchido de fragancias eclesiales ante las que Satanás rezuma el perfume sacro con dulce embeleso...mientras Dios lo observa obtuso con su ojo bizco y gratinado con el rocío ardiente de la primavera presente,la cual abre los cielos para que se observe como el sol se tambalea tras las rocas graníticas de las montañas de la locura.¡Oh!blasfemo Príncipe de las Tinieblas,arranca el último tizne de Amor de aquella ingenua hembra.