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La invitación

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por blue spring, 13 de Junio de 2009. Respuestas: 2 | Visitas: 1616

  1. blue spring

    blue spring Poeta recién llegado

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    La invitación

    Aceptó su invitación a cenar. Él le pidió que fijara la hora para la cena, a él las diez y media le pareció demasiado tarde, para ella las nueve era muy temprano.
    Se enfrentaron a su primera controversia que negociaron entre risas y el evento se fijó para la diez menos cuarto, dividiendo las diferencias de horario.
    Sonriéndose íntimamente al descubrir en él, un rasgo desconocido, colgó el teléfono.
    Imaginó la escena de la noche siguiente. Le pediría que eligiera el vino, ella elegiría un vino blanco y él preferiría uno tinto. Seguramente le propondría ordenar un rosé.
    Comenzó a reírse sola, mientras, caminaba de habitación en habitación y preparaba las cosas para la mañana siguiente cantando una canción infantil “...un poquito para cada uno, no hace mal a ninguno... “.
    Apoyó la cabeza en la almohada saboreando las palabras de la despedida: “Buenas noches, que descanses”. Cerro los ojos despidiéndose del viejo día con una sonrisa.
    ¿Y si fuera abstemio? ¿Cual sería el punto medio justo, entre el agua gasificada y la natural? Se conocía, si no controlaba su imaginación, esa noche no dormiría. Despertaría tarde y cansada, quizás malhumorada.

    Según su desbordadas fantasías de la noche anterior la cena comenzó con una mediada controversia entre la ensalada de frutos de mar y una vinagreta. El mozo fue el mediador. No comprendía porqué debían compartir la entrada. Supuso que habría de haber algún motivo económico y prefirió no ponerlo en un apuro. Con el transcurrir de la cena, en una agradable atmósfera, fragante por los perfumes de las especies y los aromas de la cocina, su acompañante se reveló como un comensal prolijo aunque descuidara servirle la bebida cuando su copa se vaciaba. Le molestaron el tono de los reclamos al camarero de la pimienta y el aceite de oliva. El lugar era bueno y el mozo conocía su oficio. Lo vio empequeñecerse en su asiento al tiempo que lo imaginaba tratando con algún personaje influyente parado con los pies alineados y juntos y la cabeza ligeramente inclinada hacia el piso, sin mirar directamente al rostro de su interlocutor. Un creciente desdén se apoderaba de ella.
    Mientras lo observaba comer con fruición nuevamente su imaginación se desbordó y lo imaginó sentado en el living exigiendo ser atendido con prolijidad y presteza. ¿Debería ella hacer pequeñas reverencias en el futuro, a la vez que le alcanzaba una vaso con su bebida? ¿Estaría ésta en su temperatura justa?
    Al depositar la servilleta sobre la mesa utilizó su dedo índice para darle forma y quedara graciosamente plegada. Se imaginó como dejaría las toallas en el baño. Imbuida de sus pensamientos se dio cuenta que no había escuchado sus últimas palabras y que él la miraba esperando una respuesta.
    - Si claro. - Ensayó.
    - ¿Entonces estás de acuerdo? - pregunto él, mientras ubicaba en diagonal a partir del punto medio del plato las copas de agua y vino en perfecta alineación.
    - Totalmente. - Contestó, mientras que trataba de adivinar cuál habría sido el tema de su discurrir.
    - ¿Entonces, tu departamento o el mío?
    No podía salir de su asombro, miró su cabeza súbitamente rala, donde se delineaban algunos cabellos negros engominados y sus anteojos con su ostensible marco dorado que resaltaban sus ojos, semejantes al de un búho a la caza de un ratón. ¡No se conocían, apenas se habían contado sus historias! Su imaginación la abandonaba en el momento más crítico de la noche, pero al mismo tiempo no podía dejar de visualizarlo en medias y con las piernas chuecas en contraposición a las recién alineadas copas. ¡Qué frialdad!
    - No, mejor en otro momento.....La perrita de mi madre está algo enferma, nada grave, pero prefiero acompañarla esta noche. - ¡Es un disparate! ¡Pero no iba a enfermar a su madre!¿Se daría cuenta? Se produjo un interminable y denso silencio. Él se acomodó los anteojos de marco dorado con un empujoncito sobre la nariz, se limpió los labios con la servilleta, tomó de la copa un sorbo de vino, alzó la visa y dijo:
    - Yo te decía de hacer un locro o unas empanadas e invitar a nuestros amigos para el veinticinco.

     
    #1
  2. nosferatu_moon

    nosferatu_moon Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    20 de Mayo de 2009
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    me gusto mucho acabo de escribir mi primera prosa me gustaria saber tu opinion, se llama el sabor del amor espero puedas leerla. y una vez mas buen trabajo no hay mucha gente que aprecie la prosa a pesar de que asi han leido toda la vida saludos
     
    #2
  3. blue spring

    blue spring Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    18 de Diciembre de 2005
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    Me alegra que te gustara. Un saludo. Susana
     
    #3

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