La leyenda de Yakomu (Parte II) (en redacción)

Capítulo 1

Era de noche. Sumina estaba despierta y miraba por la ventana de su habitación. Estaba tan distraída que no se dio cuenta de que alguien había entrado.

-¡AAAA!-gritó cuando sintió una mano en el hombro.
-Shhhh-la regañó Yakomu-. Soy yo, tranquila.
-¿Tú tampoco puedes dormir?
-No.
-A propósito, necesito hablar contigo-murmuró la chica.
-¿Sobre qué?
-Esto-dijo entregándole la nota-. Ai lo dejó clavado en mi flecha.
-...
-¿Y? ¿Tú que crees?
-Si es verdad tenemos que librarnos de él. Pero no podemos estar seguros.
-Lo sé, por eso quería preguntártelo.
-Es una pena...-dijo Kuro entrando en la habitación- Pero de todos modos ya no me hacéis falta. Con él tengo suficiente poder.

Taki entró en la habitación. Sus ojos estaban perdidos y no expresaban sentimiento alguno.

Kuro levantó las manos y sus entes atraparon a los dos muchachos.

-Ahora acabaré con vosotros...

Y cayó al suelo. Un hilillo de sangre resbalaba por desde su cabeza. Ai apareció en la puerta acompañada del guerrero, el cual había golpeado al hombre con una maza.

-Hola chicos-dijo la chica-. Os presento a Metora, el guerrero.

Salieron del hotel y se quedaron con la boca abierta.

Capítulo 2

Ai y Metora habían reunido una especie de ejército. Si se le puede llamar así a un grupo de cuarenta y siete adolescentes armados de mala manera. Solo once tenían espadas y únicamente cuatro llevaban armadura. Tres de ellos se llevaron a Kuro a una cárcel cercana, donde viviría otros once años maldiciendo a la adivina.

El batallón se dirigió a buscar al inventor, Kyonishi. No fue muy difícil encontrarle, al fin y al cabo no es normal ver una casa voladora con cámaras de seguridad en esa época. Subieron en un extraño ascensor de piedra con un mecanismo demasiado complejo como para explicarlo.

Cuando llegaron arriba, una potente voz salió de unos grandes altavoces. Como en ese momento no conocían aquellos aparatos se asustaron.

-¿Qué queréis?-dijo la voz.
-Ve... Venimos a buscar a Kyonishi, el inventor.
-¿Para qué me buscáis?
-Te necesitamos para una importante misión.
-Lo sé, mis robots os han estado siguiendo y me han informado de todo.
-¿Qué es un robot?-preguntó alguien.
-Eso ahora no importa. Que pasen los elegidos. El resto se quedará fuera.

Yakomu, Taki, Sumina, Ai y Metora se adentraron en la casa, dejando atrás a sus aliados. El edificio estaba lleno de inventos y cachivaches extraños. Al final de un largo pasillo había una puerta de acero. Cuando los cinco se acercaron, se abrió. Un niño pequeño apareció en el umbral.

Continuará...