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La lluvia

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por elissp, 15 de Septiembre de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 345

  1. elissp

    elissp Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    13 de Marzo de 2014
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    Género:
    Mujer
    La lluvia me cubre de una nostalgia afable, tranquila. Con su llegada arriban los recuerdos de mi infancia, cuando de niña, al acaecer una tormenta me quedaba mirando las ventanas; tratando de descubrir el misterio oculto por el cristal, que para mi era como un velo de agua límpida. Veía las gotas deslizarse por el vidrio en una carrera perezosa, los colores transformarse, y apegando mi cabeza al cristal miraba los autos que transitaban, detenerse y avanzar de prisa... En esos tiempos mi imaginación era ferviente y todo me parecía un mundo misterioso colocado a mis pies, por el que podía caminar sin mayor esfuerzo; La ventana se convertía en un portal a mundos extraños, una herramienta que permitía distorsionar la realidad.Veía como los autos se deformaban ante mi vista absorta, cuando al mover la cabeza de un lugar a otro, ese mágico portal los encogía o los alargaba. Claro que ahora se que es debido a la refracción de la luz, pero en aquella época todo era magia. Las gotas disponían de vida propia y yo las imaginaba como caracoles temblorosos, que caminando lentamente por los vidrios se juntaban unas con otras, y en una vertiginosa carrera se precipitaban al olvido. Me gustaban sobremanera los días lluviosos, incluso cuando acaecían los rayos,que aunque un poco trémula al principio, luego me fascinaban con su majestuosidad. A lo lejos se partía el cielo por una bruñida espada con las formas más extrañas posibles; parecía que el cielo escupía raíces de fuego como queriendo prenderse del suelo. La luz me deslumbraba y al instante esperaba la respuesta de la tierra, quizá quejándose con el cielo por perturbar su descanso y entonces gruñía ferozmente aturdiendo mis sentidos. Las nubes oscuras se juntaban unas con otras en la lejanía y las veía cómo: en titánicas batallas arrojaban llamas azules. A cada relámpago que veía lo saludaba con mis ojos llenos de encanto pensando en monstruos antiguos, o en esas cámaras fotográficas que arrojan su luz para capturar la imagen; Me decía que el cielo quería guardar la fotografía de la masa que bullía bajo su cuerpo informe. Me gustaba mucho la lluvia, porque podía sentirme viva; tras la lluvia venia en mi el deseo de correr a la terraza para jugar con las pequeñas gotas que acariciaban mi cara como jugando con migo, con un rumor misterioso. Entonces corría por todos lados bañando mi cuerpo, sin importar que al siguiente día me encontrase enferma. Solo era yo y el mundo que festejaba, que bailaba, que zumbando en mis oídos me contaba su angustia y yo le respondía con gritos fervientes, como queriendo volar por el cielo y unirme a la fiesta que veía en la distancia; entonces me detenía un instante para contemplar la feroz tormenta, para ver el agua precipitarse bajo mis pies, como si miles de agujas bordaran en el suelo dejando a su paso pequeñas burbujas que al instante desaparecían para dar paso a unas nuevas. Veía a la distancia los techos de las casas con sus colores rojizos, los árboles que danzaban con el viento, los hombres que corrían asustados llevando sus paraguas y me me preguntaba por qué no festejaban conmigo, por qué no bebían de mi entusiasmo... pero ahora lo comprendo, pues de la niña solo quedan los recuerdos, la inútil esperanza de que algún día vuelva a ser niña de nuevo.
     
    #1
    Última modificación: 15 de Septiembre de 2014

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