La maldición del espantapájaros

Estabas en los trenes que perdí,
en el corazón triste de la abeja,
eras un azul en un rojo,
la pregunta que no hizo el apocalipsis.

Me mojaste con un manantial de luz,
yacía el agua en mis pezones,
con sus gotas transparentes,
mágica sed del tiempo.

Entendí a la quimera de ojos glaucos,
sin color,
ajada como la desdicha que cae
desde el púlpito de la melancolía.

Y gemían las cánulas,
los borceguís del sastre,
las almenas del castillo,
el foso donde los cocodrilos duermen.

A menudo soy la hoz sin el centeno,
la vara que no mide,
el títere que atrae a las gaviotas
desde su estatura de paja.

 

Glauco purificado de su humana esencia
mientras el color aun le llame,
Escila rechazando por aspecto le desprecia,
pero cuidado
Glauco fue acrisolado.


Silencio
No molesten a Circe.


A menudo un color es un sonido
y los ruidos nublan la conciencia
pocas veces ya lo visto no desprende
cuando los cocodrilos duermen.

Silencio
No molesten a Circe.


Ya los trenes se fueron
anacrónica de un destino incierto
en cada uno Escila escupe
manantiales de luz.

Escucha Glauco,
ella,
con sus verdes ojos,
te desprecia,
déjala ir.

No molestes a Circe.

 

Están bien tus versos, pero yo creo que deberías abrir un post aparte. Este espacio se presume que es para comentar este poema. Un saludo.

 

Disculpa si te moleste, pero es un comentario, ¿o acaso no me leí en tu poema?
¿Prefieres un abrazo, que te diga que esta muy bonito y pase de largo?

Un abrazo esta muy bonito.

 

Está muy bonito tu comentario un abrazo.