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La media tarde y su indulgencia

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por danie, 8 de Marzo de 2015. Respuestas: 1 | Visitas: 430

  1. danie

    danie solo un pensamiento...

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    La media tarde llega con su reminiscencia para acomodarse en un sillón de la casa casi vacía, salvo por mi transeúnte andar de sueños. Las persianas se entornan y sólo se filtra una luz tenue que apenas desvela a los fantasmas del recuerdo.
    La siesta de mi barriga ebria y colmada de cerveza después de un almuerzo digno de reyes sólo produce un pequeño mareo sin llegar al grado de jaqueca que no interfiere para nada con la etapa de la memoria y su constipación de cielos.
    La tarde así se colorea de paulatinas desilusiones, y el llanto viene con pasos rápidos a golpear la puerta.
    El canto de los pájaros de la tarde sólo derrama más lágrimas en mi vaso, ya harto por la resaca y su compunción, y yo las bebo y saboreo como el paisaje mismo del ayer obsoleto.


    Bebo entero el copetín de lágrimas legítimas, lloran las nubes y yo bebo y más bebo su lluvia de éxodo, saboreo al tiempo detenido y su salmuera, esa misma que tanto se resistieron a ingerir mis venas.
    Pareciera que el gusto de la sal despierta un sexto sentido en mi sangre y el dolor ya cambia su rostro de aflicción por uno más alegre.


    Es raro que la sal produzca ese efecto, vendría a ser como un alucinógeno que sólo se encarga de disfrazar la realidad aparente, ¿o no es la sal y es el alcohol ingerido? ¿O es la llegada de la media tarde y su crónica de reflexión? Sea como sea, me siento más maduro y puedo saborear el sabor de la sal que tantas veces rechacé por simples temores, por ser un vidente de solamente dolencias.

    Así aprendo que en los recuerdos no todo es tristeza, y que la soledad es fiel compañera para el desahogo de los sentimientos.

    Sí, es verdad que muchas veces oigo corriendo el río de un oasis en medio del desierto, y en esos momentos galopo como potro salvaje y sediento sólo para toparme con el fiasco de la arena. Pero en este momento esa quimera del oasis se vuelve tan real como el llamado telefónico que con tantas ansias esperé desde que tengo conciencia.

    Sin que pase de dos timbrazos me apresuro a contestar, algo dentro de mí me dice que es un llamado desde muy lejos, de alguien que desde hace mucho no veo, como si estuviera haciendo telepatía con el más allá.

    Levanto el tubo y oigo una voz ronca, pero a la vez entrañable de mi niñez.
    Inmediatamente reconozco la voz de mi padre.
    Tengo tantas cosas para preguntarle, tantas cosas para contarle, pero la lengua se me anuda, no sé si es que estoy ebrio o es la sal o incluso la media tarde y su semblante de evocación, pero rápidamente me libro de ese nudo y con soltura y tranquila naturalidad entablo una conversación de más de media hora.


    Finalmente se termina la charla con él diciéndome: Descansa en paz, hijo, y no te preocupes por nada más, sólo quiero que sepas que muy prontito nos veremos.
    Cuelgo con una serenidad digna de los monjes que le rezan a Buda y me acuesto a dormir mi larga siesta ya vencido por la borrachera.


    Cuando me despierto, casi siendo la nochecita, saco la conclusión que todo fue un sueño, tendría que haberlo sido por más nítido que parezca, ya que mi padre falleció en el año noventa, y lo más importante es que la media tarde vino vestida de reminiscencia, pero me dejó indulgencia.




     
    #1
  2. Sebastian Dusalgi

    Sebastian Dusalgi Poeta que considera el portal su segunda casa

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    un gusto pasar por sus letras,saludos.
     
    #2

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