La meta perdida

Si solo la mente explotara...
como el pensamiento estalla contra la física,
como el corazón del canario cautivo.

Si la melancolía llorase cobalto
si el éxtasis vomitase escarabajos brillantes.
Si el sueño se volviese real...
por las venas de la hermosa decadencia fluiria oro y canela...

La lógica violada por lo onírico,
la violenta masturbación visual de la locura,
la última salvaguarda del placer de ser.

¡Que se descuartize la realidad!
Y que lluevan diamantes desde los charcos,
Que los párpados sean labios,
y que los ojos giren libres tras los dientes claros.

Que las alas se extiendan sobre la inmensidad de un punto,
La musica siendo comida a cuchilladas,
abrazando el amor de Eris,
los gritos de dolor de la tortura gozada...
gotas de café que queman las raíces de los dedos.
Saliva hecha de rosas, de azafrán,
correrias de narices metálicas sobre pestañas infinitas.

Que la luz caiga a traves de las pestañas como gotas de oro líquido... Sera esta. La erótica imagen de la degeneración del rostro.

Labios magenta, carnosos, hinchados.
Piel pálida, cortada por los capilares purpuras arropando su superficie.
y azorada,
Roja cual cadaver muerto de frio sobre estrellas punzantes.
Los ojos pulidos en sal liquida
Las pestañas deshechas, dispersas en arcoiris hasta sus mejillas.
Y una nariz preciosa, como una ciruela encurtida.
Roja, cuadrada y cubierta de pecas naranjas.

Y quizá entonces también la muerte danzaria,
en un solitario caramelo de menta,
el momento errado del dulce concentrico
El portal de hoces a traves del alma.

La luz del foco que atraviesa los brotes de vitrales,
el papel de colores naciendo de los arboles.
Y esa hermosa, horrible y repulsiva piel bajo mis pies,
Cubre el mundo de tinta, de lineas, de cicatrices.

¡Que el amor ame con locura!
¡Que la locura sea cómplice crimimal de la musa!
la ansiada musa adorada y platónico propio...
Que las pupilas negras se expandan huecas al infinito,
y se abran como sumideros de tinta y de galaxias.

Que mis ojos no se estremezcan,
que la mente ya no vuelva.
Que la visión no cambie cuando la vida me susurre en la oreja,
Que las hojas sean los vitrales, los caminos cicatrices y la sangre absenta...

Sin embargo parpadeo,
y el mundo que yace ante mi es desconocido, olvidado.
Perdido para siempre en la orbita mutua de visión y realidad.
Oculto en el vortice que no existe,
En la mirada que no ocurrió.

 

El átomo es un vórtice energético.