La montaña blanca (5)

La montaña blanca
(cuento narrado quinta parte)

Jorge le dice a su hermano: tengo una idea, ¡Porque no enviamos al perro con alguna prenda para que vengan y ayuden a don Robert! dice Carlos a Jorge que acaricia a caribe, ¡Me parece una buena Idea Carlos- colocan la cadena de Jorge en el cuello del perro y le hablan para que se valla, pero él no obedece – es como si no quisiera dejar a su amo, el presiente que algo le puede pasar, ¿Qué haremos ahora! no podemos irnos y dejarlos a su suerte – mejor regresemos a ver qué podemos hacer; Si pero llevemos al perro con nosotros, nos puede ayudar a rescatarlo. ¡Puede ser peligroso Carlos! pero si no lo intentamos no vamos a saber si la idea fue buena.
¡Qué locura! los chicos van directo a la boca del lobo – pero eso no les importa, si pueden ayudar en algo para liberar aquel hombre que esta por perder todo hasta su vida. Unos chicos en medio de la montaña intentando ayudar a un desconocido, esto muestra que tienen un gran corazón y buenos sentimientos – regresan con caribe por el mismo lugar y se meten en la cueva y cogiendo las cadenas que tenían preso a Rober salen por la parte de atrás hasta llegar a la orilla del riachuelo, caribe que está sediento bebe hasta calmar la sed, lo mismo hacen los chicos y siguen las huellas que dejaron los villanos – poco tiempo han caminado cuando observan la vieja casa que está custodiada por tres hombres – deben ser cómplices que están esperando ordenes de los malvados hombres.
El perro se impacienta -ha encontrado el rastro de su amo y quiere salir corriendo; pero Jorge lo agarra fuerte, le ha colocado su cinturón en el cuello para poder detenerlo - ¡Mira Carlos! esos hombres han salido de la casa, y viene hacia acá - ¿Qué hacemos? ¡Vamos! atravesemos el riachuelo y nos escondemos en los árboles, caribe reúsa a meterse al agua, pero el chico la hala con el cinturón y lo obliga a pasar – el agua le llega al pecho, pero no es problema ellos quieren salvar a Rober cueste lo que cueste. con lo que no cuentan los niños es que uno de los cómplices los ha visto y fue a informar a los dos hombres que se han regresado a sorprenderlos.
Aquellos malandros que conocen bien el lugar caminad directo a donde Carlos Jorge y el perro están y con un arma en sus manos les dicen: ¡A dónde van los niños, se les perdió algo por este lugar! y ese perro, ¡No es acaso del señor Rober Gallego! ¡Vamos! le harán compañía a ese miserable que intentó utilizarlos para que lo liberarán, pero eso de nada le sirvió, Los chicos enmudecen, pero no de miedo, sino de ira, y con valor se enfrentan aquellos canallas,