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La montaÑa

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por JOSLER, 13 de Septiembre de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 434

  1. JOSLER

    JOSLER Poeta recién llegado

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    8 de Septiembre de 2012
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    LA MONTAÑA


    Colinas Verdes es un pueblo que nació en tiempos de la fiebre del oro y actualmente viven en esa pequeña población unas 25 familias que proceden de muy diversos lugares y que mucho tiempo atrás, vinieron a estos parajes buscando que les sonriera la fortuna de encontrar el preciado mineral amarillo que se decía abundaba en esos parajes, enclavados en un pequeño valle rodeado de colinas y de alguna que otra pequeña montaña. Casi en medio del pequeño valle, un riachuelo de aguas cristalinas que solo aumentaba su caudal en época de las lluvias y del deshielo de las nieves que cubrían de blanco las escasas montañas que hacían la vez de guardianes de aquel paraje solitario y hasta hacía poco habitado solamente por la fauna que daba vida a tan aislado lugar.

    Los primeros habitantes del lugar, fueron los que le bautizaron con el nombre de Colinas Verdes en reconocimiento al maravilloso espectáculo que sus murallas de verdes colinas ofrecían casi permanentemente, por ser la totalidad de su flora de hojas perennes. Eran gentes venidas de muy lejos y de diversas latitudes. Gente aventurera, acostumbrada a vivir bajo un techo de brillantes estrellas. Gentes que vivían de la esperanza y a veces de la fantasía que su espíritu inquieto y nunca satisfecho buscaba un lugar donde asentar sus raíces. Hubo quien tuvo suerte, poca por cierto. Encontró en el pequeño riachuelo unas míseras pepitas, que a parte de aliviar su ya maltrecha esperanza, hizo que, con febril impaciencia llegaran al valle de Colinas Verdes más aventureros y gentes deseando hacer fortuna.

    Pasaban los días, los meses y los años y parecía como si aquel río y los hermosos parajes del valle, hubieran dado la espalda a quienes con sus manos o con rudimentarias herramientas buscaban con ahínco en las entrañas del río los soñados tesoros que eran el objeto y la motivación de continuar su existencia día a día.

    La mayoría de los habitantes de Colinas Verdes, fueron perdiendo la ilusión y la esperanza en realizar sus sueños, pero eran gente de fuerte espíritu y muy difíciles de doblegarse al destino incomplaciente y poco a poco fueron instalando sus viviendas y buscando otro medio de vida que les permitiera no abandonar aquel hermoso valle, que si bien no los complació en lo que ellos buscaban, si les regalaba en cada amanecer de su vida con tan bellos paisajes, que tal parecía ser como una recompensa o un desagravio por no haber podido acceder a que sus esfuerzos fueran hechos realidad. El pueblo que estaba más cerca de Colinas Verdes, distaba a unos 30 kilómetros y a él iban a abastecerse las gentes del valle de lo imprescindible para ir subsistiendo. Quien más quien menos, disponía de unos míseros ahorros que tenía que administrar muy adecuadamente. También había quien de lo único que disponía era de buena voluntad, tesón y ganas de salir adelante en su empeño de valerse por si mismo. Por suerte los pocos habitantes eran gentes de corazón noble y aunque la vida nada les había dado de balde, se ayudaban mutuamente entre ello, pues al fin y al cabo siempre comprendieron que el conjunto de los lugareños eran ya mas que nada una familia y que los sufrimientos y alegrías de uno eran sentidos y compartidos por el resto de la comunidad. Pasaron los años y Colinas Verdes gracias, al cultivo de la tierra, ya podía autoabastecerse de la mayoría de los productos que su mimado valle les ofrecía. No era el reluciente oro, pero quizás fuera mejor así, tal era la comprensión y capacidad de adaptación de sus habitantes. El clima era generoso, llovía cuando tenía que llover y el resto de las actuaciones climatológicas nunca se pasaron de la raya, lo que unido al esfuerzo y tesón de todos, lograron tener sobrantes en la mayoría de cultivos, que almacenaban para procurarse algo de tranquilidad a causa de posibles carencias futuras. Efectuaban intercambios principalmente de los productos que les daba la tierra, con los vecinos que tenía mas a su alcance. También si se prestaba la ocasión vendían algo de lo que les sobraba. Así se iban acercando a una forma de vida mas digna y podían también disponer de alguna que otra comodidad accesoria.

    En Colinas Verdes hubo de todo un poco, nacimientos, bodas, defunciones, fiestas y tampoco faltaron los problemas normales que la vida y la convivencia trae consigo, pero todo transcurría dentro de un marco aceptable y hasta podría decirse feliz. En una de las familias y que estaba formada por el matrimonio Luis y Elisa, una hija Eva y el hijo mayor, Julián, vivieron unos acontecimientos que por su singularidad y rareza, recordaron durante muchos años transmitiéndose de generación en generación, creo que hasta hoy en día y en más de una ocasión, sale a relucir lo que en tiempos muy lejanos llegó a ser algo para unos, inconcebible y para otros un tema de veneración y respeto.

    ... Julián era un chico que recientemente había cumplido los 15 años. Algo introvertido, con una sensibilidad a flor de piel. No gozaba de muy buena salud, debido que el parto fue complicado y la precaria situación de sus padres en nada ayudaba a esa situación. Contaban además con los normales problemas de subsistencia de la recién creada aldea Colinas Verdes. Creció en medio de atenciones extras debido a su estado, sin embargo, fue mejorando con el tiempo y llegó incluso a poder ayudar en las tareas del campo. También fue de gran ayuda cuando el matrimonio vio ampliada la familia con el nacimiento de Eva, pues se pasaba la mayor parte del tiempo cuidando de su hermanita mientras sus padres estaban por las faenas del campo. Era Julián, un enamorado del campo y de la naturaleza, aprovechaba todos los momentos que podía para pasear y hasta hacer largos recorridos por el valle. Tenía preferencia por una pequeña montaña que distaba unos 5 kms de su casa. No mas abrir la ventana de su habitación, lo primero que se le ofrecía a sus ojos era esa montaña, la cual bautizó con el nombre de Libertad. En sus paseos, que cada día se hacían más largos y por ello estaba ausente mucho tiempo de su casa, tanto, que mas de una vez su padre le recriminaba tal ausencia, diciéndole que su ayuda en la casa y en el campo era muy necesaria, a lo que respondía Julián mohíno y cabizbajo, que en sus paseos y estancia en la montaña, sentía que una energía fuera de lo común se apoderaba de su cuerpo. Con gran vehemencia hablaba con los pájaros, saltaba, brincaba y hasta cantaba. Nunca en otro lugar se sentía mas feliz y mas libre. Cada día que pasaba, la vida de Julián era una encrucijada de contradicciones. Deseaba estar en la cima de aquella montaña y a la vez estar en su casa, ayudando, jugando con su hermanita y ver como sus padres se desvivían por él procurándole lo que fuere para que se sintiera a gusto y feliz. Quizás... trataban de hacerle olvidar su pasión por aquella montaña, quizás...incluso es muy posible que tuvieran celos de ella. Julián estaba confuso, taciturno y hasta sentía que sus movimientos eran torpes, parecía como si sus energías fueran disminuyendo paulatinamente, pero de lo que si estaba completamente seguro era que en la montaña se sentía libre, feliz y lleno de energía.

    En más de una ocasión, estando en la cima, extasiado contemplando el vuelo de una enorme águila, sintió el impulso de abrir los brazos y echar a volar como hacía aquella ave tan inmensa y magnífica que sorteaba los vientos a placer y contemplaba el mundo que abajo, muy abajo, se veían las casas, los árboles tan pequeños e insignificantes que en el supuesto de que hubieran gigantes, parecerían enanitos, pensaba Julián. En más de una visita a la cima de la montaña, y con peligro incluso de su vida, perdía la noción del tiempo y la visión real del lugar en que estaba, pues la cima terminaba en su parte Norte en un barranco vertical de unos 400 metros y asomarse por ese abismo de vértigo producía escalofríos. Estando al borde del precipicio dónde casi siempre silbaba un potente viento frío que azotaba su rostro con furia, respiraba hondo como si quisiera absorber todo el aire de la cima, abría los brazos como si fueran las alas de un gran pájaro y se imaginaba estar volando compitiendo con el águila que tantas veces de verla ya parecían ser amigos de toda la vida. En más de una ocasión, algún ángel compasivo debía haberle ayudado, porque estuvo en un tris de no caerse por el precipicio, tan absorto estaba en sus pensamientos y fantasías. .... A medida que iban transcurriendo los días, estaba más desconocido que nunca, apenas hablaba, continuamente reñía con su hermanita y sus padres que estaban preocupadísimos por su estado y comportamiento temían por su salud y con asombro veían que se realizaba en su hijo una incomprensible transformación cuando se preparaba para salir hacia su lugar favorito, la montaña. Sus ojos brillaban y recobraba una actividad que mientras permanecía en su casa, estaba totalmente faltado de ella. Dormía siempre con la ventana de su habitación abierta de par en par en las épocas que el clima lo permitía. Desde su cama podía ver perfectamente la montaña, que en noches de luna llena se perfilaban sus contornos a la perfección; además, el recorrido que hacía la luna en el firmamento, empezaba saliendo por detrás de la montaña Libertad, con lo cual en los primeros instantes de su aparición resultaba ser para Julián un espectáculo indescriptible, quedándose durante mucho tiempo extasiado en esa contemplación hasta que los párpados se le cerraban y se quedaba profundamente dormido. Pero con la tranquilidad que le daba la confianza de suponer que tanto la luna como la montaña hacían de centinelas de su sueño, fácil era imaginar cuales serían los sueños de Julián.


    En una de esas noches de luna llena, no conseguía conciliar el sueño después de estar un buen rato mirando la montaña que en su imaginación le parecía ver un águila de enormes dimensiones y es que verdaderamente con el contraluz de la luna detrás de la montaña, no era nada difícil ver el perfil de una colosal águila imperial. Medio dormido, creía oír... estaba seguro que el águila le estaba hablando... Algo le decía y que no lograba entender... Se levantó de la cama, despacio, procurando no hacer ruido se dirigió hacia la ventana con la esperanza de poder entender algo de lo que le estaba diciendo el águila. Solo logró confirmar que efectivamente el aguilucho le estaba hablando, pero no entendía lo que le decía, pero si vio claramente que en la cima de la montaña brillaba una potente luz que parpadeaba insistentemente. Serían las 3 de la noche aproximadamente cuando de repente, sintió la imperiosa necesidad de salir de dudas y abrigándose con lo que encontró mas a mano, cogió una linterna y procurando hacer el menor ruido posible, salió de la casa en dirección a su montaña. El corazón le golpeaba con fuerza y las sienes parecían bombear la sangre a su cerebro con inusitada rapidez. La noche era plácida y al firmamento parecía que no le cabían más estrellas, tantas había...

    Refrescaba, pero Julián ardía febrilmente y densas gotas de sudor resbalaban por sus mejillas que parecían dos teas encendidas. A medida que iba subiendo por el camino muy dibujado ya gracias a sus paseos, la inquietud y nerviosismo parecían ir en aumento. Incluso podría tener un poco de miedo, pero podía mas la curiosidad que cualquier otro obstáculo inesperado ya sea físico o natural que pudiera salirle al paso. A medida que iba subiendo, la brillante luz iba haciéndose mas y mas potente y casi al llegar a la cumbre prácticamente le cegaba la visión. La linterna ya no le servía, parecía una insignificante cerilla comparada con aquella tintineante luz. Sin embargo seguía sin sentir miedo alguno, solo una gran curiosidad y ansias de llegar pronto a la cima. Antes al contrario, aquella luz cegadora le producía poco a poco una inesperada calma y tranquilidad, haciéndole sentir una paz absoluta que de tan real que parecía, se pellizcaba las mejillas, no fuera un sueño lo que estaba ocurriendo delante de sus ojos, pero no, ya le faltaba muy poco para llegar y con renovado esfuerzo se encontró casi de golpe en la cumbre de la montaña, en donde un enorme águila imperial sostenía en una de sus garras una gran pepita de oro que brillaba como una luz sobrenatural que le cegaba a la vez que le transmitía aquella paz que hacía mucho tiempo había perdido cuando estaba en su casa, lejos de la montaña. ... Entonces entendió perfectamente lo que el águila le decía: ...

    - Julián, amigo mío, tú siempre has buscado la libertad para ti y para tus padres y también para tu hermanita Eva, pero la libertad de ellos no es la misma que la que tu quieres para ti, tú quieres ser libre, sin ataduras, quieres volar como yo. Una vez ya viste desde aquí a tu gente, a tus casas, parecían figuras de pesebre. Me dijiste que si hubieran gigantes, se verían como enanitos, pues si Julián... hay gigantes, tales como la miseria, la pobreza, las enfermedades..., son gigantes que habitan en nuestra vida y que, algunas veces, por desgracia se hacen presentes. Efectivamente vistos desde aquí parecen enanitos, en cambio la libertad que prefieren los tuyos estriba en obtener a cambio de su esfuerzo, la posibilidad de una mejor vida y poder tal vez... combatir a esos gigantes.

    - Julián, como te comprendo muy bien, te ofrezco las dos posibilidades, tu libertad y la de los tuyos si estás de acuerdo conmigo. Solo tienes que batir tus brazos, los cuales yo convertiré en alas y podrás volar conmigo salvando este precipicio que se abre a tus pies. Te daré esta brillante luz que hará que tu familia consiga también la libertad. ...

    Julián ni se lo pensó, abriendo loa brazos saltó al vacío y se sintió libre como un águila recién salida del nido. ... Al despertar la mañana, la madre de Julián le extrañó no ver a su hijo merodeando por las afueras de la casa como hacía todos los días. Pensó que se habría quedado dormido y subió a su habitación observando que tenía la ventana abierta de par en par, y Julián en la cama parecía que dormía profundamente, pero no, estaba libre, soñaba con el eterno sueño de la paz. Tenía una dulce sonrisa y en la mano una enorme pepita de oro que llevaba grabada aunque de forma casi ilegible la palabra LIBERTAD. ...

    Josep
     
    #1
    Última modificación por un moderador: 6 de Octubre de 2012

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