La muerte de una mujer herida por amor

La mujer sonriente está descansando bajo un umbral de sentimientos oscuros. Está aparcando la sonrisa y abre la puerta y se encuentra un mar de lagrimas donde el manantial sigue vivo en sus esquemas del amor bajo llave se encuentra su alma, perdida en un universo repleto de tentaciones.

Se pierde entre las agitadas olas que roban su último aliento, bajo un suspiro inacabado, donde el tiempo queda rezagado bajo cada segundo del minutero.

Intensamente se bajan las alas de una mariposa que en su día fue linda en un amanecer que se ha vuelto de una lluvia de oro ensangrentado de dolor, amargura, llantos sin final feliz, etc.

Una fría noche, ella, desolada, no encuentra con quien dormir. En la calle tiene que quedarse, al saber que ya no es bien recibida en el amor. El odio, el rencor, le invade su alma, le reconcome la conciencia de que pudo haber pasado si hubiera cambiado las cosas.

Quizás podría estar entre la felicidad y la gloria, escuchando como brinda la naturaleza el paso de brillantes sonidos que al oído se intensifican a la vez que pacifican el karma.

Puede que sea ella la mujer de ése hombre que un día le dijo “Adiós, ya no te necesito más en mi vida”.

Desearía poder cambiar ésas palabras por un “Quédate, me haces falta aquí y ahora mismo”

Teme estar sola, pero está tan acostumbrada, que, pasan siglos y siglos sin ver al caballero que le deje huella en el corazón.

Es tan triste que…

Se corta las venas para no sufrir más por el amor que jamás le han dado.

Y un río de sangre brota por todo un desierto lleno de cadáveres.

La muerte está servida.

 

Que fatidica prosa NUMERITOS aunque he de decirte que nadie muere por nadie, se suele decir, un clavo quita otro clavo. Un abrazo