La Mujer Fatal

En el pinar consagrado a los númenes eternales del divino Poseidón,dormitas bajo la sombra sonámbula de un apacible atardecer de bochornoso estío fraudulento.Allí sueñas con glorias eternas de vetusta remembranza.Mas el sonido de la flauta del gamberro sátiro Pan sacude tu modorra onírica,y te hace partícipe ya de la noche nebulosa;donde la luna llena se esconde tras los matorrales de llanto parturiento que un manantial mudo profesa con calma sincera.Entonces te levantas y comienzas a correr hacia el descampado donde tu amada,la de bellos ojos glaucos y cabellera de negro azabache,te espera impaciente para guiarte hacia la eternidad de un lamento sexual sin precedentes.La encuentras y ella,en un estallido de cabreo monumental,te espeta reproches por guardarla celosa en la más íntima soledad.Pero tú,calmándola con besos húmedos en los labios y en la frente de tal objeto santo de adoración,consigues apaciguarla. Es entonces,cuando ella,sin pestañear ni un solo segundo de tiempo presuroso,fija sus pupilas hipnotizadas por el dios de las tinieblas;y aguijonea tu espíritu inmortal,para que caiga en la pesadumbre de una culpa que tiende a eternizarse.Entendiendo el macabro truco,cierras los párpados y te encomiendas a la fuerza astral del Espíritu de la Naturaleza,que con su vaho de éter puro,desengancha de tu cuerpo mortal el alma presurosa por fundirse con el cosmos entero.Es,desde luego,una funesta derrota para aquella mujer que quería castigarte con los aguijones venenosos del dios de las tinieblas.Teniendo que pagar ella ahora las acciones sacrílegas ante la iracundia mirada del Creador de todo lo viviente.